Por Carlos María Trevisi
J L SMITH GRANT
Los recuerdos de su Escocia natal, se fueron esfumando cada vez más, hasta transformarse en eso, un vago y confuso recuerdo.
J L SMITH GRANT
Nadie
es ajeno a que el tiempo deja una huella en la vida de las personas. Los
tiempos transcurren inexorablemente para las personas y las cosas reflejan ese
paso de diferente manera.
Si uno
mira hacia atrás en el tiempo, seguramente encontrará vivencias que de alguna
manera fueron las responsables del presente que vive.
Intentar
cuestionar ese pasado, es tarea infructuosa y poco recomendable. La melancolía
nos envolverá de recuerdos y la tristeza seguramente se apoderará de nosotros.
Los que
buscan una explicación de su presente apelando a su pasado corren el
riesgo de quedar atrapados en los recuerdos.
J L
Smith Grant, había nacido en Aberdeen, Escocia y siendo adolescente su familia
se trasladó a la
Argentina, conforme su padre desarrollaba tareas en una compañía marítima. El
inglés, tal así lo llamaban, era muy educado y generoso a la hora del trato con
sus compañeros y amigos.
Su
gusto por el rugby lo hizo viajar y conocer la más variada gente y lugares, que
–a fuerza de frecuentarlos- hizo suyos.
A pesar
de su carismática presencia, había en aquel hombre, un intento de encontrarse
con un pasado que siempre le había sido esquivo.
Los recuerdos de su Escocia natal, se fueron esfumando cada vez más, hasta transformarse en eso, un vago y confuso recuerdo.
Conservaba, sin embargo, el del aroma a tabaco y Whisky que
su
padre compartía en un PUB llamado O Neill’s ubicado en el
9-10 Back Wynd, Aberdeen, una esquina de piedra muy pintoresca). Ya de grande JL, sin poder disimular
sus orígenes, comenzó a relacionar esos aromas que todavía conservaba en lo más
profundo de su ser, con aquellos que –sorprendentemente- lo invadían con una
frecuencia poco común.
Sin
poder discernir con precisión el por qué de sus dudas, había transcurrido su
vida, siempre acosado por los “recuerdos perfumados”.
Un
invierno, frente al calor de su chimenea –whisky en mano- , observando su
biblioteca, un aroma conocido se apodera nuevamente de sus sentidos.
Inevitablemente
busca en su pasado la relación de ese “aroma actual” que lo desvela, con uno
que lo ayude a recordar.
Las
noches de PUBS, junto a su padre en el O Neill’s de Aberdeen, es su primera
reminiscencia en busca de una explicación. Alto riesgo ha asumido “el inglés”,
que con los recuerdos de aquella precoz juventud, pierde el sentido de la
orientación. Inmerso en un éxtasis, comienza a trascurrir su propio presente
sobre un pasado que no lo abandona.
El
monumental esfuerzo por no caer preso de sus sentimientos lo debilita y lo
embebe en aquel añejo elixir que lentamente lo lleva a recordar tiempos
pasados. Historias de marinos, buques mercantes, puertos lejanos y un incierto
destino lo acompañan en la aventura de encontrarse
consigo mismo.
Agotado
y sin fuerzas, revive aquel perfume que lo llevó a su estado actual. Una hoja
seca de tabaco indica la página de un antiguo libro de bitácoras, que otrora su
padre le había legado en oportunidad de uno de sus viajes al extremo oriente.
En paz,
con la esperanza de volver sobre su pasado una y otra vez, se entrega a un
profundo sueño que entiende necesario para reponerse de aquel desafío, que no
es otra cosa que el de entender su vida a partir de su pasado.
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