sábado, 17 de mayo de 2014

LA GOBERNANZA DE LOS POLÍTICOS

Por Carlos A. Trevisi

La gobernanza de los políticos

Fieles a un sistema decimonónico de gobernanza que no se corresponde con la realidad que vive el mundo, los políticos invaden espacios periféricos que no abordan las necesidades de la gente ni la representatividad de la que fueran investidos por mandato de sus electores sino las suyas propias.
La abstención que muestran las encuestas ante  las próximas elecciones para renovar el Parlamento Europeo deja en blanco sobre negro que el desinterés se ha hecho con la ciudadanía que así, absteniéndose, expresa su agotamiento.
Pero no alcanza. Bastará con que un 40 % de la ciudadanía –o menos aún- vote, aunque sea en blanco, para ratificar un sistema que ha perdido el norte: ha dejado de lado la voluntad ciudadana de ser representada.
¿Por qué hablamos de un sistema decimonónico? Porque la “representatividad” ha muerto con la globalización y la disolución de los estados-nación; con la corrupción; con  el servilismo de los partidos  que actúan como comisarios del poder económico; con la  mentira y qué no. Para colmo de males no se ven  indicios de un proyecto de participación ciudadana en el horizonte. A los políticos no les interesa y la gente –atomizada- no sabe cómo ponerse en común más allá de la queja. En pocas palabras, el sistema nos han neutrali-zado.
       Participar
La sociedad española no tiene vocación participativa. La dictadura franquista la impulsó a una obediencia que, de acatarse, garantizaba su seguridad. Es lo que hemos heredado. Todos los movimientos libertarios de la   democracia  se empacharon de felicidad y paulatinamente, -abundancia mediante- sin haber logrado matar a la dictadura,  se acomodaron a una nueva forma de vida que, por  paradójico que parezca, se ha ido transformando en un “no te metas” que, aunque con una matriz distinta -la euforia libertaria-, equivale a aquélla: seguridad ante todo. Nos encerramos en casa y damos por satisfecha nuestra participación a través de las redes sociales: que ésta es una puta, que el otro es un ladrón, que el tercero, que el cuarto… Sentados en el salón de casa  nos quejamos pero no actuamos (a menos que llamemos “actuar” a escribir 140 caracteres en Twitter). Percibimos la realidad sin pensarla, sin reflexionar, sin un proyecto que termine de una vez por todas con los mensajes que nos llueven desde los medios: que baja la prima de riesgo, que Botín felicita a Rajoy por sus logros, que los recortes sacarán  a España del pozo, que aumenta el empleo...
No nos damos cuenta de que somos parte de un sistema que nos necesita  “quejicas” para hacernos ver la realidad desde la ideología pero jamás desde la realidad misma. El engaño es tan  brutal que seguimos hablando de izquierdas y derechas como si el PP se diferenciara del PSOE más allá del  “TÚ MÁS” que irradian los medios para embaucarnos y enfrentarnos electoralmente mientras, entre bambalinas,  acuerdan lo que mejor sirve  a sus intereses  para alternarse en la administra-ción del poder que los cobija.

       ¿Y ahora qué?

El gran problema radica en que en pos de una meta lejana -que tanto más lejos nos pillará cuanto más demoremos en ponernos en marcha, se sucederán cambios a tal velocidad e intensidad que dudo podamos controlar.   
Pese a todo, mi escepticismo no me impide ser optimista.
La cuestión no es arriesgar la vida enfrentándose a la policía por la quema de contenedores. Basta con prestar atención a lo que nos atañe en nuestro entorno y formularnos puntualmente unas pocas preguntas cada vez que se dé la ocasión.

¿Acaso usted cree que, viviendo en Guadarrama, el poder central, delegados locales mediante, puede elegir los objetivos socioculturales que se deben implementar en la escuela de sus hijos, o fijar las líneas que debe seguir el AMPA, o el centro de comerciantes, o sus vecinos, o amigos? ¿Cómo podríamos participar en un espacio común  si todo apunta a intereses que nos son ajenos? Tenemos que “visitar” nuestro pueblo y adentrarnos en él  con preguntas tales como ¿Qué proyectos hay en carpeta en el ayuntamiento?, ¿en qué benefician a la comunidad local?, ¿con qué dinero se va a llevar a cabo?;  ¿por qué ha de beneficiarnos?;  ¿cómo y quienes administrarán los dineros?, ¿qué se persigue,  para qué se va a llevar a cabo?). ¿Por qué un pueblo como Guadarrama – (15.000  habitantes- tiene dos cuarteles policiales?; ¿Por qué en la escuela de mis hijos no hay actividades extra curriculares que alienten su imaginación y espíritu creativo? ¿Por qué no se utiliza la informática para algo más que para buscar información?  ¿Están los maestros capacitados didácticamente para utilizar las nuevas tecnologías? ¿Por qué no se utilizan los teléfonos móviles en clase? ¿Se avanza realmente en el aprendizaje de la lengua Inglesa? ¿En qué medida interviene el centro de comerciantes en proyectos educativos? ¿Por qué no se ha creado una plataforma en la que intervengan docentes, fuerzas vivas, delegados municipales del área de la Juventud, Mujer y Cultura?

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