Por Carlos A. Trevisi
La
gobernanza de los políticos
Fieles a un sistema decimonónico de gobernanza que
no se corresponde con la realidad que vive el mundo, los políticos invaden
espacios periféricos que no abordan las necesidades de la gente ni la
representatividad de la que fueran investidos por mandato de sus electores sino
las suyas propias.
La abstención que muestran las encuestas ante las próximas elecciones para renovar el
Parlamento Europeo deja en blanco sobre negro que el desinterés se ha hecho con
la ciudadanía que así, absteniéndose, expresa su agotamiento.
Pero no alcanza. Bastará con que un 40 % de la
ciudadanía –o menos aún- vote, aunque sea en blanco, para ratificar un sistema
que ha perdido el norte: ha dejado de lado la voluntad ciudadana de ser
representada.
¿Por qué hablamos de un sistema decimonónico? Porque
la “representatividad” ha muerto con la globalización y la disolución de los
estados-nación; con la corrupción; con el
servilismo de los partidos que actúan
como comisarios del poder económico; con la
mentira y qué no. Para colmo de males no se ven indicios de un proyecto de participación
ciudadana en el horizonte. A los políticos no les interesa y la gente
–atomizada- no sabe cómo ponerse en común más allá de la queja. En pocas
palabras, el sistema nos han neutrali-zado.
Participar
La sociedad española no tiene vocación participativa.
La dictadura franquista la impulsó a una obediencia que, de acatarse,
garantizaba su seguridad. Es lo que hemos heredado. Todos los movimientos
libertarios de la democracia
se empacharon de felicidad y paulatinamente, -abundancia mediante- sin
haber logrado matar a la dictadura, se
acomodaron a una nueva forma de vida que, por
paradójico que parezca, se ha ido transformando en un “no te metas” que,
aunque con una matriz distinta -la euforia libertaria-, equivale a aquélla: seguridad
ante todo. Nos encerramos en casa y damos por satisfecha nuestra participación
a través de las redes sociales: que ésta es una puta, que el otro es un ladrón,
que el tercero, que el cuarto… Sentados en el salón de casa nos quejamos pero no actuamos (a menos que llamemos
“actuar” a escribir 140 caracteres en Twitter). Percibimos la realidad sin
pensarla, sin reflexionar, sin un proyecto que termine de una vez por todas con
los mensajes que nos llueven desde los medios: que baja la prima de riesgo, que
Botín felicita a Rajoy por sus logros, que los recortes sacarán a España del pozo, que aumenta el empleo...
No nos damos cuenta de que somos parte de un sistema
que nos necesita “quejicas” para hacernos
ver la realidad desde la ideología pero jamás desde la realidad misma. El
engaño es tan brutal que seguimos
hablando de izquierdas y derechas como si el PP se diferenciara del PSOE más
allá del “TÚ MÁS” que irradian los
medios para embaucarnos y enfrentarnos electoralmente mientras, entre bambalinas,
acuerdan lo que mejor sirve a sus intereses para alternarse en la administra-ción del
poder que los cobija.
¿Y ahora qué?
El gran problema radica en que en pos de una meta lejana
-que tanto más lejos nos pillará cuanto más demoremos en ponernos en marcha, se
sucederán cambios a tal velocidad e intensidad que dudo podamos controlar.
Pese a todo, mi escepticismo no me impide ser
optimista.
La cuestión no es arriesgar la vida enfrentándose a
la policía por la quema de contenedores. Basta con prestar atención a lo que
nos atañe en nuestro entorno y formularnos puntualmente unas pocas preguntas
cada vez que se dé la ocasión.
¿Acaso usted cree que, viviendo en Guadarrama, el
poder central, delegados locales mediante, puede elegir los objetivos socioculturales
que se deben implementar en la escuela de sus hijos, o fijar las líneas que
debe seguir el AMPA, o el centro de comerciantes, o sus vecinos, o amigos? ¿Cómo
podríamos participar en un espacio común si todo apunta a intereses que nos son ajenos?
Tenemos que “visitar” nuestro pueblo y adentrarnos en él con preguntas tales como ¿Qué proyectos hay en
carpeta en el ayuntamiento?, ¿en qué benefician a la comunidad local?, ¿con qué
dinero se va a llevar a cabo?; ¿por qué
ha de beneficiarnos?; ¿cómo y quienes administrarán
los dineros?, ¿qué se persigue, para qué
se va a llevar a cabo?). ¿Por qué un pueblo como Guadarrama – (15.000 habitantes- tiene dos cuarteles policiales?; ¿Por
qué en la escuela de mis hijos no hay actividades extra curriculares que
alienten su imaginación y espíritu creativo? ¿Por qué no se utiliza la
informática para algo más que para buscar información? ¿Están los maestros capacitados
didácticamente para utilizar las nuevas tecnologías? ¿Por qué no se utilizan
los teléfonos móviles en clase? ¿Se avanza realmente en el aprendizaje de la
lengua Inglesa? ¿En qué medida interviene el centro de comerciantes en
proyectos educativos? ¿Por qué no se ha creado una plataforma en la que
intervengan docentes, fuerzas vivas, delegados municipales del área de la Juventud,
Mujer y Cultura?
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