Por Carlos A. Trevisi
Un hombre que ha satisfecho sus inquietudes, sus afanes, es un hombre sin terminar. Es el tipo de individuo que se sienta a disfrutar de sus logros a los que , cual rumiante, regurgita y regurgita en una digestión que nunca acaba.
Es el caso de Wert, el ministro de educación del gobierno de Rajoy.
No se trata de un ignorante. Es un ser inacabado que contempla la realidad desde una actitud sedente que, animada por un presidente que no se atreve a comer por temor a indigestarse, jamás tira la toalla, como él mismo a dicho.
Wert es el tipo de hombre que espera que los demás se alineen con su forma de ver las cosas. La única razón por la cual sigue reventando la educación es la pertinaz actitud de su mandante que ya ha manifestado su intención de no cambiar a nadie de su equipo de gobierno. Tal la satisfacción que le produce la manga de langostas que sostiene.
La langosta "reina" de su gobierno en el ámbito educativo es el tal Wert, cuya presencia me asalta a cada momento como modelo de lo que no hay que hacer.
En los años 40 Einstein manifestó que "Todos
los imperios del futuro van a ser imperios del conocimiento, y solamente serán
exitosos los pueblos que entiendan cómo generar conocimientos y cómo
protegerlos; cómo buscar a los jóvenes que tengan la capacidad para hacerlo y
asegurarse que se queden en el país. Los otros países se quedarán con litorales
hermosos, con iglesias, minas, con una historia fantástica; pero probablemente
no se queden ni con las mismas banderas, ni con las mismas fronteras, ni mucho
menos con un éxito económico".
Cualquiera diría que lo dijo a propósito de Wert.
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