El desborde de la sociedad española
por Carlos Á. Trevisi (Enero de
2009)
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que pasó de ser un país con todas las
posibilidades a un reducto tercermundista que se mueve al
azar de las
circunstancias que animan el paisaje que la rodea.
En efecto , un país que hace apenas 60 años pintaba como señero, se ha ido
precipitando en una
vulgaridad que va terminando con él. Su sociedad
, descompuesta, en manos de una oligarquía
inmisericorde que tiene a buen
recaudo en el exterior miles de millones de dólares (equivalentes
a la deuda
total del país), y de políticos y economistas filibusteros -cuando no
ladrones del erario
público- anda a la deriva en un sálvese quien pueda
que empuja a sus gentes más capaces a emigrar.
Hacia 1980 tuve ocasión de mantener largas conversaciones con
Arturo Frondizi.
Me decía entonces
que hacia la década del sesenta, siendo él presidente, el
problema argentino era la
economía,
pero que dado el vuelco que había dado el
país, hacia principios de siglos XXI, el principal
problema argentino sería su
gente. Los "punteros" se han hecho con el país. Nada más
acertado. Basta con caminar por las calles de Buenos Aires para
verificarlo. Anda todo el mundo
al acecho para pegar el manotazo que lo salve.
Cuando hoy día uno lee que la
Argentina ha quedado al margen de las grandes
decisiones y sus
gobernantes son sólo número de un comparsa que los arrima a la
G20 pero los aleja de las grandes
decisiones que exige
Latinoamérica, ratifica
lo dicho por Frondizi.
España está pasando por un mal momento. Y no es precisamente por la crisis
que asuela al mundo,
que la afecta seriamente, pero ni más ni menos que a otros
países. Su sociedad va cayendo en el
mismo desconcierto que se
fue infiltrando paulatinamente en la sociedad argentina. La abundancia
de la que
disfrutó desde que advino la democracia gracias a circunstancias externas que la
favorecieron pero, sin duda y especialmente, a una conducción política admirable,
fue creando
una casta de nuevos ricos que supieron aprovechar el momento. Gente
desaprensiva sin formación
el proceso de consolidación
de las variables que exige la democracia: una puesta en común basada
en las
virtudes básicas de la convivencia: la entrega, la
educación
y el
respeto, entre otras.
El tiempo fue consolidando la riqueza del país, pero
introdujo una novedad para la que los españoles
no estaban preparados y de la
que, sin embargo, supieron sacar provecho: el
inmigrante. Si bien supo
sacar ventaja del desamparo en el que caía cada
inmigrante no bien pisaba España -se lo explotó y
sigue explotando como mano de
obra regalada-, su presencia acentuó el individualismo que
caracteriza
a los españoles e indujo a un rechazo que, aunque no siempre
expresado, es manifiesto.
El inmigrante -se calcula que el 10% de la población total de España es
inmigrante- ya comparte un
espacio que antes
disfrutaban los españoles con exclusividad. Una presencia tan categórica que disfruta
de los mismos derechos, garantías y beneficios que los españoles sin haber contribuido a su creación,
ha desnaturalizado las
relaciones no sólo para con ellos sino para con todo el entramado del tejido
social. Lo que en un principio fue indiferencia, luego se transformó en rechazo
y vaya uno a saber en
qué puede terminar.
Con su presencia el español
"aprendió" a sacar provecho de la picaresca de la sociedad
industrial, algo
que ya había descubierto y puesto en marcha Buenos Aires
allá por la década del cincuenta empujado
por el aluvión de inmigrantes de "adentro"
-la
gente del interior- y de
"afuera", especialmente los italianos
y los españoles. Nativos y extraños, unos en su afán por seguir haciendo dinero
a costa de los
inmigrados y estos para poder sobrevivir, transformaron la
Argentina en un mamarracho que pintó,
con inusitada lucidez, el tango Cambalache:
"Todo es igual, nada es mejor. Lo mismo un chorro (ladrón)
que un gran profesor".
Al no haber sabido echar las bases que
sustentarían la nueva sociedad, especialmente en lo educativo
y en lo cívico, los sucesivos
gobiernos de España, en respuesta, han ido poniendo parches que
conculcan
libertades personales atribuyendo más poder al estado. Y la gente agradecida: No nos hemos
dado cuenta que
ha sido el recurso que resuelve lo urgente en detrimento de lo importante:
hemos
cambiado
libertad por seguridad. Uno no puede dar un paso sin que haya un
cámara vigilándolo: en
la calle, en las empresas, en los supermercados, en los parkings,... en fin, en todas partes.
En España, en
este momento , a simple vista, uno ve el resultado del desasosiego social cuando se
entera de que la justicia vive un atraso tecnológico que, sumado a la cuantía de
nuevos casos que
plantea una sociedad en permanente cambio y en riesgo de perder
el rumbo, lleva a los
jueces a
la huelga: no dan abasto. Algo verdaderamente tercermundista: ¡uno de
los poderes del estado, nada
menos que la justicia, en huelga!
En el ámbito de la seguridad ciudadana, la
policía
aleccionada para actuar más como cuerpo
militar que en defensa de la
ciudadanía, ha aumentado sus recursos extraordinariamente: no creo
que exista en
Europa un país con más patrulleros circulando por ciudades y carreteras que en
España; la incompetencia de los agentes es tan manifiesta que ha llevado a la
agrupación sindical
de la Guardia Civil a denunciar que los que acceden al
cuerpo no reúnen las condiciones necesarias de
idoneidad para ejercer como
tales.
No es mejor la situación en
educación
. La
escuela pública,
atada a los contenidos antes que a lo
actitudinal, no sabe qué hacer con los
inmigrantes. Tamaña incompetencia promueve la fuga de
españolitos
hacia centros concertados o privados de pago donde los
inmigrantes no tienen
cabida (aunque la ley lo garantice). Es tal el
desencuentro que ha aparecido una segregación opuesta:
en algunas escuelas
hay tantos inmigrantes que los españolitos son minoría.
Mete frío pensar
que el gran problema de la educación española que es despertar actitudes
ni se
contempla. No hay ninguna
frescura en las aulas. El maestro sigue "tirando" información como en la
Edad
Media y los
chicos estudiando lo que se les dicta: no se apela a su imaginación, ni a la
reflexión;
mucho menos a enseñarles estrategias que autoricen
abordar el conocimiento como creación personal.
A repetir de
memoria de un único libro que imponen las editoriales, que en algunos
casos hasta
"agradecen" a los maestros por elegir sus "manuales".
La
salud, que ha comenzado el rumbo de su privatización hace agua por todas partes,
con todo
que aún es una de las mejores de Europa. La Comunidad de Madrid
acaba de promulgar una l
ey que contradice la esencia misma de la sanidad
española: bajo el manto de un libertad que no
es tal, se podrá elegir
médico y aquellos con más trabajo ("clientela") cobrarán
proporcionalmente.
Parece mentira que no se haya asumido que el desastre que
vive el mundo en este momento tiene
sus raíces en esa falsa idolatría por la
libertad.
Si partimos de la base que los valores tienen que ser transmitidos y las
virtudes enseñadas –aunque
yo diría PRACTICADAS- (Rafael Díaz Salazar, El País,
11 de diciembre de 2005) evidentemente, ni
aquellos se han transmitido ni éstas
enseñado (o practicado).
La mejor forma de vida a la que puede aspirar un
español es a llegar a ser funcionario del estado.
No conozco un español
-como no sean los nuevos ricos a los que me refería "ut supra" , que no sea
funcionario. Es difícil de
entender que un maestro o un médico sean "funcionarios" con
garantías de
permanencia en sus puestos "sine die", cualesquiera sean sus
actitudes y aptitudes, sin la actualización
que exige un mundo en permanente
cambio. Desde el más modesto pincha papeles hasta el más
prestigioso
profesor tienen la vida asegurada: hagan lo que hicieren -y por lo general ,
salvo honrosas
excepciones, hacen poco- gozan de tantos privilegios que el día
que a algún gobierno se le ocurra
"tocarlos" desaparece la
administración (y el gobierno). Como será el
afán por llegar a esa posición
que se suele decir que el español trabaja hasta
que gana la oposición que le permite acceder al
funcionariato.
Existen en España 3 millones de funcionarios (El Mundo, 30 de enero de 2009).
Este fue el camino que emprendió la Argentina
hace 60 años. Se cayeron todas sus instituciones y
por motivos muy semejantes:
la justicia a la que accedieron no sólo los más incompetentes sino los
más
desvergonzados; la educación pública, a la que nadie le prestó atención ni
siquiera los
maestros, de un nivel académico
escandaloso aunque con todo, excelentes en prestaciones sociales,
que
hasta de los piojos de sus alumnitos se ocupan;
la seguridad, catastrófica, en manos de policías
cuasi analfabetos, coimeros y
corruptos; la salud innombrable: los hospitales carecen de lo más esencial
para
funcionar como tales. Y lo peor es que la mega-estructura del estado sigue montada
como si sirviera,
llena de inútiles pululando por todas partes.
Este
toque decadente que venimos observando en la sociedad española (desde aquel
título de Rosa
Montero que habla de un
"país
primitivo" hasta la nefasta indiferencia
de los medios en el tratamiento
de las causas de los problemas que nos aquejan), parece indicar que hay algo más que
fatalismo en las
cosas que suceden.
Veamos si no.
Inconciencia: 1. 98 muertos en las carreteras españolas en el transcurso del puente de la Constitución (2008)
Ocultación:
2. Las tropas españolas en Irak, que
no fueron enviadas al frente de lucha (¿?), sostuvieron
40 combates en 48 días
Mentiras:
3. Caso “Prestige”: “que separen el barco de la costa hasta que se hunda”, orden dada por el
Director General de la Marina Mercante sin verificar los
primeros detalles del naufragio, apenas
dos horas después de conocerse que el
petrolero zozobraba ( el gobierno sostuvo que la
decisión se tomó al día
siguiente de conocerse el hecho y luego de varias consultas con expertos.
Desactualización:
4. 20 millones de españoles no usan la red Internet y el 70% no cree que sea de utilidad (2008)
Intrascendencia:
5. “Marca” (fútbol) es el periódico más leído en la franja de las publicaciones nacionales
Irrespeto e inconciencia ecológica:
6. Los pueblos del entorno del futuro Parque Nacional del Guadarrama planean construir 60.000
viviendas nuevas. (2008)
Violencia:
7. Más de setenta mujeres muertas a manos de sus parejas por año.
Desinterés, abulia:
8. Sólo el 3,3 % (tres, tres por ciento) de los alumnos de la UNED hizo uso de su derecho
a elegir al rector.
Calamidad social
y falta de compromiso docente:
9. Un teléfono ayudará a los maestros acosados por sus alumnos.
Vergüenza:
10. Un director de instituto amenazado en su propio despacho por un padre.
11. El sindicato ANPE crea un servicio de atención sicológica y jurídica para
los maestros
que se sientan amenazados. El 72 % de los profesores tiene una alta
probabilidad de
sufrir depresiones laborales. ¿Habráse visto que no puedan
controlar a sus alumnos?
12. la violencia (bullying) en las aulas ha aumentado un 83 % en el último año.
13...
España está a tiempo.
la crisis actual puede favorecer un cambio. Su entorno y las
posibilidades
que le ofrece la UE exige de sus gobernantes algo más que planteos
diletantes acerca del futuro
inmediato. Una sociedad necesita poco tiempo para
corromperse pero mucho para volver por sus
cabales. Los gobiernos no
pueden actuar indiscriminadamente sobre la ciudadanía. Hay gente, la gran
mayoría, que no se merece que España vuelva a ser un país de emigrantes. Los jóvenes ya comienzan
a mirar hacia el resto
de Europa: el Reino Unido, Alemania, Francia y hasta en Estados Unidos.
Y
es una lástima.
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Lancemos a la calle nuestra conciencia comunitaria, despertemos los valores ancestrales que han regido nuestra forma de vida a partir de una educación que no puede permanecer desactualizada; nuestra voluntad, para terminar con los miserables mentirosos que se felicitan por haber salvado a una España que dicen que crece mientras la ciudadanía vive tremendos desasosiegos para mantener a los niños, a sus jubilados y llegar a fin de mes con los míseros sueldos que cobran.
jueves, 22 de marzo de 2018
AY! ESPAÑA. TE HAS OLVIDADO DE CERVANTES...
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