Quienes me conocen saben de mis credos e idearios. Por encima de éstos, creo que ha llegado la hora de ser sincero.
Quizá ha llegado la hora de aceptar que nuestra crisis es más que económica, va más allá de estos o aquellos políticos, de la codicia de los banqueros o la prima de riesgo.
Asumir que
nuestros problemas no se terminarán cambiando a un partido por otro, con una
batería de medidas urgentes, con una huelga general, o echándonos a la calle
para protestar.
Reconocer
que el principal problema de España no es Grecia, el euro o la señora Merkel.
Ningún país
alcanza semejante condición de la noche a la mañana. Tampoco en tres o cuatro
años. Es el resultado de una cadena que comienza en la escuela y termina en la
clase dirigente.
Hemos
creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el
colegio, los primeros en ser ascendidos en la oficina, los que más se hacen
escuchar en los medios de comunicación y a los únicos que votamos en las
elecciones, alguien cuya carrera política o profesional desconocemos por
completo, si es que la hay.
Estamos tan acostumbrados a nuestra
mediocridad que hemos terminado por aceptarla como el estado natural de
las cosas. Sus excepciones, casi siempre, reducidas al deporte, nos sirven para
negar la evidencia.
– Mediocre es un país donde sus habitantes pasan
una media de 134 minutos al día frente a un televisor que muestra
principalmente basura.
NB. Comentario
La televisión: Prolongación de nuestros afectos.
La televisión no es ajena al telespectador, no está enfrente de él, no es
un estímulo que su cerebro procese como si fuera un objeto extraño ante el que
eventualmente podría reaccionar. La televisión es una prolongación de sus
afectos, de su voluntad, de su inteligencia, de su libertad. La grandiosidad
(¿grandiosidad?) de la televisión consiste precisamente en eso: se nos
incorpora, pasa a ser parte de nosotros mismos.
La televisión no
es dialógica, didáctica ni pedagógica. No nace para serlo. Nace porque hubo
quien tuvo la capacidad técnica de transferir una imagen por el espacio.
Tampoco es un arma letal; ni un entretenimiento. Su trascendencia radica en que
no se la puede encuadrar: sirve para todo lo que puede servir una imagen que es
captada por una antena que la recoge allí donde se instale, y a la que todo el
mundo tiene acceso. Es el ojo bobo por el que entra la realidad a los hogares.
Un ojo que exhibe imágenes indiscriminadamente, sin orden alguno, sin
prioridades, que dispara al bulto sin tener en cuenta a sus destinatarios:
niños, jóvenes, adultos y ancianos; pega y pega.
Contrariamente a
lo que sucede con el ordenador, que es interactivo (o puede serlo, claro), la
televisión no sostiene diálogo alguno con el telespectador. Lo inyecta, se
"le" instala y el cuerpo lo asimila como un alimento, como el oxígeno
que lo mantiene vivo, como el afecto del que no puede prescindir.
El problema radica
en los contenidos que inyecta. No siendo didáctica (para poder seleccionarlos);
ni pedagógica (para poder orientarlos) y asumiendo que tampoco es un arma
selectiva que pueda eliminar algún tipo de espectador, dejando otros a salvo,
ni un entretenimiento (sólo para poder pasarla bien), sino todo a la vez, la
heterogeneidad de su videncia y la amplísima gama de contenidos a los que puede
apelar, impiden una racionalización de sus entregas. Si unimos a esto que es
tan masiva como para desatar una multitud de intereses que van desde lo
económico-financiero hasta lo artístico, sólo una sociedad ideal tendría una televisión
que no alterara las conciencias.
Y ahí están
nuestros niños, apabullados por contenidos desvalorizados, atrapados en una
maraña de imágenes que superficializan su vida, que lo insolidarizan con su
vida familiar, que los aletarga en un ocio improductivo, que los impulsa a
falsas imaginerías de las que ellos son apenas sujetos virtuales.
Y nuestros
jóvenes, desideologizados, abrevando del éxito fácil, del tener, de la
apariencia, de la moda, del conformismo, del utilitarismo, del individualismo,
como si fueran metas a perseguir.
Es menester detener el avance de esta televisión, someter su estilo, transformarla en un recurso que nos ayude a impulsar actitudes críticas, comunitarias, solidarias, reflexivas, independientes, apasionadas, consecuentes, dialógicas, democráticas.
El sólo intento ya
será un éxito: habremos conseguido compañeros de lucha, que no es poco.
– Mediocre es un país que en toda la democracia no ha dado un solo
presidente que hablara inglés o tuviera unos mínimos conocimientos sobre
política internacional.
NB. Comentario
El mundo va mucho más rápido que la trasnochada capacidad para ver la
realidad de nuestros políticos .Sus gestos, sus actitudes, su demagogia barata
da prueba de ello. No escapa mi crítica a
la no menos pobre capacidad de los periodistas que abundan en los medios
preguntando estupideces (“¿Cómo se siente”?) a más de un afamado delincuente –Rato,
por ejemplo, a la salida de una indagatoria que lo retuvo horas y horas ante el
juez; o locutores que anuncian academias para la enseñanza del inglés respaldadas
por ¡“Cambrish”! o periodistas –no puedo creer que lo sean, pese
a lo que acabo de decir acerca de ellos- que hablan de filosofía en una
radioemisora llamada “Radio María” que despretigia sus objetivos, que imagino
serán de captar fieles para la Iglesia.
– Mediocre es el único país del mundo que, en su sectarismo rancio, ha
conseguido dividir, incluso, a las asociaciones de víctimas del terrorismo.
NB: Comentario
Como ha sucedido con el gobierno del PP que no escatimó esfuerzos para que
así sucediera, o para acallar a los deudos de las víctimas del franquismo que
50 años después aún no han podido rescatar a sus muertos de las fosas comunes.
– Mediocre es un país que ha reformado su sistema educativo tres veces en
tres décadas hasta situar a sus estudiantes a la cola del mundo desarrollado.
NB Comentario
No es extraño que así sea dado que lo único que se ha hecho ha sido “maquillar”
el sistema agregando o sacando años de estudio a la Eso o al bachillerato,
cuando no filosofía, materia que ha
desaparecido de la currícula. Si educar significa sacar fuera todo lo que
nuestros niños, jóvenes y hasta adultos tienen dentro, hasta ahora, no hemos hecho más que
meter datos en sus cabezas, datos que no sirven para nada, datos que se pueden
almacenar mejor en un disco duro que en el cerebro pero que seguimos
considerando importantes porque aportan “cultura”. ¿Pero tendrán idea nuestros
políticos de lo que significa educar?
Os invito a que leáis EDUCACIÓN: ¿NO TIENE REMEDIO? en http://guadarramaenmarcha.blogspot.com.es/2015/12/educacion-no-tiene-remedio.html
– Mediocre es un país que tiene dos
universidades entre las 10 más antiguas de Europa, pero, sin embargo, no tiene
una sola universidad entre las 150 mejores del mundo y fuerza a sus mejores
investigadores a exiliarse para sobrevivir.
NB.Comentario
Cuando una sociedad como la nuestra deja atrás
sus raíces sucede lo inevitable: se pierde el rumbo. La perdida consiste en que
perdemos conciencia de los valores que acreditan aquellas y se cae en la
trivialidad. La universidad no es ajena a este proceso. Escupe graduados hechos
al pragmatismo de un mundo que se aferra a la ley como soporte de la justicia.
El resto de Europa y otros países desarrollados se atienen a lo que sembraron
sus históricos y cumplen con lo que viene de lejos. Nuestros graduados se
marchan no solo porque no consiguen trabajo: se marchan porque España no ha
resuelto la dicotomía de ser lo que puede ser o aquello que imponen las circunstancias
de un mundo que brinda solidez pese a sus vicios.
– Mediocre es un país
con una cuarta parte de su población en paro, que sin embargo, encuentra más
motivos para indignarse cuando los guiñoles de un país vecino bromea sobre sus
deportistas.
NB. Comentario
He llegado a la triste conclusión de que si
bien es así, el disparate está inducido por el sistema: los empresarios
españoles, como todos los que tienen que lidiar con un país inestable,
considerando que su objetivo es hacer dinero, no pueden ser el bastión donde se
contemplen las necesidades de la gente; los trabajadores son apenas servidores
de sus riquezas o de sus pobrezas. Los empresarios mandan al personal al paro por la puerta del frente y los reincorporan en
negro por la puerta de atrás; acaso sea por eso que no hay revueltas en las
calles. Una sociedad cuyos fuerzas económicas operan de esa manera poco puede
esperar de sus gentes como no sea su apasionamiento por hechos que, lejos de
alentar su tranquilidad y una normal puesta
en común, no sirven más que para irritar su sensibilidad.
– Mediocre es un país donde la brillantez del otro provoca recelo, la
creatividad es marginada – cuando no robada impunemente- y la independencia
sancionada.
NB. Comentario
Nada de lo que digas será
aceptado porque se niega la alteridad; entre lo que piensas y sientes y
lo que en realidad estás obligado a ser te transformas en un falsario que
anuda medias verdades para sobrevivir. La lucha es ardua: todo es opinión transformada en certeza.
Vivimos agobiados por una hipocresía que enturbia la realidad. Si te rebelas
eres un loco. Si lo aceptas y entras en el juego te aniquilan porque
vivimos circunstancias en las que muy pocos superan aquello de "uno
idéntico a todos los demás" propio de individuos pero no de personas. Así,
La relación termina en un desencuentro inevitable. Nada de lo que digas
será aceptado porque se niega la alteridad entre lo que piensas y sientes y lo
que en realidad estás obligado a ser: un falsario que anuda medias verdades
para sobrevivir. En su “Vida de Don Quijote y Sancho” donde nos hace ver
que el único éxito radica en encontrar compañeros de lucha.
– Mediocre es un país en cuyas instituciones públicas se encuentran
dirigentes políticos que, en un 48 % de los casos, jamás ejercieron sus
respectivas profesiones, pero que encontraron en la Política el más relevante
modo de vida.
NB. Comentario
Esta miseria está íntimamente ligada al hecho de que la partidocracia ha
producido políticos pasivos que acceden a puestos expectantes con el libreto
que impone la ideología de su partido.
Están comprometidos con un obedecer
que anula sus capacidades para asumir el rol que les compete como representantes
de la ciudadanía. Dos o tres dirigentes del PP son casos patéticos que al servicio
de su propio bienestar mienten descaradamente: la secretaria general
del partido, una tal Cospedal es un modelo de lo que acabo de expresar.
Se es decente cuando con nuestros actos no
invadimos ni la privacidad ni la intimidad de los demás. Ni aún en la relación más fecunda, aquella
que desemboca en encuentro, podemos permitirnos irrumpir en los adentros de
nadie.
Sin embargo es un agravio a la comunidad y
una indecencia no adentrarse en la vida pública de aquellos a los que la
ciudadanía otorga mandato para administrar lo que es de todos.
– Es Mediocre un país que ha hecho de la mediocridad la gran aspiración
nacional, perseguida sin complejos por esos miles de jóvenes que buscan ocupar
la próxima plaza en el concurso Gran Hermano, por políticos que insultan sin
aportar una idea, por jefes que se rodean de mediocres para disimular su propia
mediocridad y por estudiantes que ridiculizan al compañero que se esfuerza.
NB. Comentario
La
ignorancia desorienta la apreciación de los contenidos porque sus argumentos no
son válidos: la ignorancia no alcanza a ver; apenas si mira. Percibe que
algo pasa pero es incapaz de la reflexión. Idiotizada por el medio,
la gente, cuya incapacidad de discernimiento le impide distinguir lo importante
de lo accesorio, se lanza a condenar a los demás sin conocimiento
de causas.
Es espeluznante ver a miles de jóvenes a la espera de
que la televisión los impulse al estrellato. Es penoso verlos dispuestos a
"regalar" sus vidas, a ponerlas en manos de los piratas del
oportunismo sólo porque no saben qué hacer, porque no tienen un proyecto propio
que los empuje a la realización de legítimas aspiraciones por las que sentirse obligados. Han perdido
la esperanza. Su "sindestino” los ata a la ilusión y a pasiones bastardas
como la que sienten millones de ellos –y no tan tan jóvenes- por el fútbol.
Los medios han impulsado la opinión
ligera y el derecho que nos asiste a expresarla. Nos han
enseñado a “ver” diferencias, pero no semejanzas. Para discernir
diferencias no hace falta reflexión. ¿Quién no distingue un perro de una mariposa?
Pero ver las semejanzas entre ambos animales exige reflexión y conocimiento. Lo
mismo pasa con la vida: las relaciones entre los hombres difícilmente terminen
en encuentro porque al toparnos con los “adentros” de los demás no somos
capaces de compartirlos porque no vemos.
– Es Mediocre un país, a qué negarlo, que, para lucir sin complejos su
enseña nacional, necesita la motivación de algún éxito deportivo.
NB. Comentario
Los griegos -emperadores del ascetismo- buscaron
la verdad despertando conciencias. Los romanos –emperadores del poder y del placer-
legislaron para poner orden y apelaron a la Iglesia católica para dar a la gente
un marco de resignación. Los primeros concientizaban; los segundos moralizaban.
Mientras los unos propendían al encuentro liberando a sus gentes, los otros adoctrinaban,
imponían aquello de que la libertad de uno termina donde comienza la de los
demás. La ley nos asfixia porque queda librada al juego de intereses que regula
la moral del momento; no nos lleva a la verdad, solo regula las relaciones
entre los ciudadanos. La conciencia nos empuja a la verdad y así ésta nos sale
al encuentro.
Pregúntese ahora quién triunfó…¿Acaso los
griegos? ¿No será que nuestro conflicto, insisto, no es más ni menos que no
saber cómo resolver el dilema?
El interés despertado por el TRIUNFO DE LOS MEDIOCRES (I)me invitó a hacer comentarios sobre el original Este artículo no difiere al anterior; solo agrega mi opinión acerca de las razones de esta mediocridad que nos asfixia. (C.A. Trevisi)
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