por Bernat Muniesa
(Revista Malabia)
La Contracultura: Vigencia de
una rebelión
Otros antecedentes necesarios
El Manifiesto de Berkeley y la Marcha contra el Pentágono
El Mayo francés
La sociedad del espectáculo
"Si el conocimiento y su derivada que
es
la cultura no conducen a la rebelión,
entonces no son nada". (Friedrich Nietzsche)
La Contracultura: Vigencia de una rebelión
La llamada
Contracultura como movimiento rebelde surgió inicialmente en USA como respuesta
de una generación de jóvenes contra el Liberalismo o Capitalismo (en adelante
el Sistema) y lo que Herbert Marcuse, filósofo y sociólogo alemán allí
exiliado, venía anunciando en los centros universitarios (New York y
Berkeley, en California) acerca de la aparición, como producto del Sistema, de
un ente al que denominó como el hombre plano o unidimensional (en el Imperio
Romano, la aristocracia les llamaba la plebe; Marx se refería a la masa, y
Nietzsche a la chusma).
Marcuse había
formado parte de la Escuela de Frankfurt, junto a Max Horkheimer, Eric Fromm y
Theodor Adorno (Walter Benjamin también formó parte de esta élite intelectual,
pero murió en Port Bou cuando intentaba exiliarse, en septiembre de 1940),
todos huidos de la Alemania nazificada. Especialmente Marcuse sería uno de los
referentes de las rebeliones juveniles iniciadas en los USA, antes de regresar
a Europa por haber sido expulsado de la Universidad de Berkeley a instancias
del entonces gobernador de California, el ultraliberal Ronald Reagan, que le
acusaba de instigar a los estudiantes contra el Sistema con sus críticas
sociológicas. Fue acusado de “comunista”, aunque no lo era, pues no debe
olvidarse que una de sus obras llevaba por título El final de la utopía, un
diagnóstico acerca del fracaso del comunismo stalinizado de la URSS. De hecho,
en la epistemología marcusiana se combinan elementos del freudismo, del
marxismo y del anarquismo (ligado al bakuninismo).
En su obra Eros y
Civilización, de raíz freudiana y que tuvo gran impacto entre la la juventud
occidental (USA y Europa), Marcuse afirma: “La sustitución, en el ser humano,
de su tendencia al placer por el principio de realidad que le impone el
Sistema, es la clave del trauma que el colectivo humano arrastra como Sísifo
arrastraba su piedra montaña arriba. De hecho, esta tragedia no tiene su origen
hoy: surgió ya en la horda primitiva, cuando el Padre, o sea el Macho,
monopolizó el Poder y lo utilizó como su propio placer. Hoy, ese Padre es
el Sistema Liberal. Y él es el creador del hombre/mujer masificados/das,
células utilizadas cínica y provechosamente por élites del poder
político/financiero para mantener sus privilegios con la ayuda mixtificadora de
los mass media y muy especialmente la televisión. Cuando estos mecanismos de
dominación fallan, entonces la élite del poder recurre a la violencia estatal
directa: la policía y el ejército. En síntesis, podemos afirmar –concluye
Marcuse- que el Sistema impone un fascismo que yo apellido posmoderno”.
Con esta
introducción tan sólo pretendo situar al lector en una mejor perspectiva para
bordar la temàtica central.
La introducción que
acabamos de leer tiene un desarrollo completo que se podrá visitar en http://www.revistamalabia.com/index.php/archivo/68-numero-58/165-la-contracultura-vigencia-de-una-rebelion.html
La líneas que
siguen orientan os intereses de los lectores introduciendo cada tema que se
trata (Ver
más envía al artículo completo)
Otros antecedentes
necesarios
Lo que ha
permanecido conceptualizado como Contracultura tuvo sus orígenes en el instinto
rebelde de una juventud que, ya en la década de los años cincuenta del pasado
siglo XX, se apercibió de aquel fascismo ordinario o liberalismo fascistizado
que embotaba los cerebros de la ciudadanía y atiborraba sus estómagos con el
auge económico de la coyuntura. Un mundo joven ansioso de lecturas y cambios de
vida fue pronto atraído por una élite disidente con raíces en el fourierismo
del aquel lejano socialismo que Marx tildó erróneamente de utópico
(Saint-Simon, Fourier, Owen, Flora Tristán, Cabet...). Surgió así la generación
beat que, para la rebelión juvenil, tuvo sus referencias en : Jack Kerouac,
autor de On the Road, exaltando la libertad, la naturaleza, la evasión y el
placer, que incluían el uso de la droga, especialmente la marihuana; el poeta
Allan Ginsberg, autor de ¡Aullido! y difusor de la idea de que el industrialismo
y la ciencia manipulada por el poder
[…]
Y finalmente
debemos aludir a otro factor que catalizó la rebelión juvenil: la llamada nueva
música, el Rock ‘n Roll , promotor de nuevas formas de evasión colectiva en
salones y campus, en encuentros donde música y droga animaban maratones de
baile y ruido. Elvis Presley, Jerry Lee Lewis y Little Richard fueron sus
líderes, junto a Bill Haley y The Comets. Una canción se convirtió en himno de
aquella generación: Rock Around the Clock (1954). (Ver
más envía al artículo completo)
El Manifiesto de
Berkeley y la Marcha contra el Pentágono
A lo largo de la
década de los sesenta (siglo XX) el planeta estaba infestado de guerras, la
mayoría provocadas por los intereses imperialistas, anglosajones y francés:
Nigeria, Angola y Mozambique, República Sudafricana (el apartheid racista
blanco), el eterno conflicto de Oriente Medio provocado por la instauración del
Estado de Israel, la Revolución Cultural impulsada por el maoísmo en China, y
los combates entre guerrilleros y dictadores en América Latina, donde Cuba
aparecía como el catalizador revolucionario. Y naturalmente, la guerra de
Vietnam, donde los USA sostenían al Gobierno corrupto y oligárquico del Sur en
la guerra civil con el Norte, comunista: una guerra perdida de antemano por la
oligarquía y los yankees.
Fue precisamente
esta guerra la que se convirtió en el catalizador de las rebeliones juveniles
que culminaron en la Marcha sobre Washington, el 12 de octubre de 1967: dos
millones de personas de toda la nación se congregaron para protestar ante la
Casa Blanca (presidente Lyndon B. Johnson) y el Pentágono. Frente a la Casa
Blanca, el escritor Norman Mailer leyó el siguiente manifiesto: “El sueño
americano no existe. Es una pesadilla criminal organizada por los degenerados
del poder político y financiero con el sostén de la mediocre clase media de
este país”.
En otro plano, la
canción comprometida tuvo sus puntos culminantes en Bob Dylan y Joan Báez: su
leit motiv era ninguna guerra es nuestra guerra; Vietnam es vuestra guerra,
como lo son todas guerras. Simultáneamente, en la Universidad de Berkeley las
asambleas estudiantiles se proclamaban partidarias de “Dionisos contra Apolo” y
surgían movimientos como los hippies; su proyecto: el placer, la poesía, el
arte, la naturaleza, el pacifismo, la fraternidad y el amor libre. En el
Manifiesto juvenil podía leerse: “Desafiamos al poder a que nos juzgue por
nuestra solidaridad con el pueblo vietnamita, por llevar el cabello largo, por
apoyar al movimiento de liberación negro, por fumar marijuana, por despreciar
al liberalismo, por considerar la propiedad privada como una mierda, por no ser
unos idiotas como lo es la clase media del país. Luchamos por la paz, la
libertad y la vida, y elogiamos la psicodelia. Y al poder le ofrecemos flores,
mientras él nos responde con alambradas, cárceles, napalm y balas”.
En las
manifestaciones de Berkeley murieron una veintena de estudiantes, en choques
contra las fuerzas militares del gobernador Reagan, autodefinido como
“liberal”, lo que provocó que Marcuse afirmara, en una nueva concentración
juvenil, antes de ser expulsado de USA, que liberalismo y fascismo son dos
formas de lo mismo: la explotación y la humillación del ser humano por el poder
establecido.
Mientras el
movimiento pro-Derechos Civiles del pastor Martin Luther King iniciaba un
combate que le costaría morir asesinado, y el célebre boxeador Cassius Clay se
exiliaba a Canadá para evitar ser enviado a Vietnam, el filósofo atacaba el
consumismo, señalando que “el objeto del consumo tiende a ocupar la imaginación
del hombre unidimensional, y esto es un triunfo de Goebbels, el fundador de la
propaganda moderna. A través de ello, el sujeto se convierte en opresor de sí
mismo, motivado por falsas necesidades. Surge entonces un universo totalitario
movido por dos razones: la razón consumista y la razón de la apariencia
fomentada por los mass
media”
Convertido en la
expresión filosófica de la rebelión, Marcuse acabó despidiéndose de los jóvenes
en los campus universitarios denunciando que “la ciencia ha perdido su batalla
y ha sido suplantada por la técnica. El objeto de la ciencia era conocer la
Naturaleza para situarla al servicio de la humanidad”. Y añadió: “El Sistema la
ha transformado en tecno-ciencia, generando una nueva élite, los tecnócratas,
cuya función es someter el conocimiento científico a los intereses del mercado
y su dictadura”. En resumen, un discurso que data los años sesenta (siglo XX) y
que sigue teniendo hoy una vigencia radical en plena crisis actual del
Liberalismo y del sistema del cual es su ideología: el Capitalismo.
La
expansión contracultural en Europa occidental: mirando hacia atrás con ira
Los movimientos
contraculturales también se expandieron por Europa Occidental, culminando en el
Mayo de 1968 en Francia. Bastante antes, sin embargo, en el Reino Unido ya se
habían organizado los Jóvenes Airados, con personalidades como las de los
dramaturgos John Osborne y Joe Orton, siendo este último el autor de la pieza
Mirando hacia atrás con ira (1956), símbolo de una generación que rechazaba el
pasado y la herencia sociológica de sus progenitores, movimiento que asimismo
se expandió en el cine, con la generación del free cinema: los Karel Reisz,
Tony Richardson, Lindsay Anderson, en tanto que las bandas juveniles se
organizaban en teddy boys y, en Francia los blousons noirs, verdaderas “tribus”
urbanas. En Holanda aparecieron los provos, de tendencia anarquista y
precedentes de los actuales jóvenes okupas y/o antisistema.
Todos esos
movimientos, contraculturales, despreciaban el liberalismo o capitalismo y el
consumismo, y rechazaban el comunismo stalinizado: culminarion en el hippismo,
en USA y Europa occidental. En las ciudades se ocupaban barrios (el Carnaby
Street de Londres, en Amsterdam, en París...) y en el Reino Unido algunas
“tribus” eran rivales y tuvieron enfrentamientos, como los habidos entre los
mods y los rockers, tema del film Quadrophenia, protagonizada por el cantante
Sting, o entre los punkies y los skins. Cabezas rapadas, pellizas de cuero,
cabellos engominados como crestas, colgantes metálicos sobre el pecho, todo
síntomas de rechazo contra un mundo indeseable, el del consumismo. En Francia
la contracultura cinematogràfica alcanzó gran notoriedad, con autores como Jean
Luc Godard, Claude Chabrol, Eric Rohmer, Agnes Varda y François Truffaut, entre
otros.
Todos los caminos
hasta aquí trazados tendrían una culminación en el Mayo Francés de 1968, una
rebelión contrcultural de amplios efectos y consecuencias en el futuro
occidental, mientras que en España el movimiento estudiantil combatía contra la
Dictadura franquista y en Italia resurgía un fuerte movimiento antiautoritario.
¿Y en Europa oriental? Pues, en esa mitad europea, sometida al stalinismo, hubo
movimientos como el de Checoslovaquia, la llamada Primavera de Praga, pero su
contenido buscaba democratizar las dictaduras burocráticas tuteladas por la
URSS y no incluía el factor de la rebelión contracultural.
El Mayo francés
La rebelión de mayo
de 1968 se inició en la Universidad de Nanterre, en las afueras de París, hacia
el mes de marzo: los jóvenes exigían retraso del cierre nocturno de los accesos
a la residencia estudiantil, eliminar la separación de sexos y acabar con el
autoritarismo en la docencia. La negativa de la autoridad académica les decidió
marchar a la Sorbona y los estudiantes de esta universidad se incorporaron a la
protesta. (Ver
más envía al artículo completo)
La sociedad del espectáculo
Acabado el
conflicto, Guy Debord, una de las personalidades más destacadas de la rebelión,
anarquista, publicó un lúcido trabajo titulado La sociedad del espectáculo,
donde complementaba las tesis de Marcuse y exponía cómo el Sistema acosaría y
asimilaría a la larga las conquistas sociales y culturales, empleando
especialmente los mass media, y masivamente la
televisión.
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