El texto que vamos a compartir es un capítulo introductorio de la segunda edición de "ESTE MUNDO DE UNOS POCOS". (Editorial LIBRORUM,Madrid, julio 2014), Carlos A. Trevisi
-----
ESTE LIBRO
Mi libro –nuestro libro a partir de ahora-
va a ratificar lo que ya sabe usted acerca de los contenidos del mundo que nos
toca vivir.
Como sólo aspira a poner un cierto
orden en la multiplicidad de datos, noticias, informes, juicios,
condenas, mentiras, falsas apreciaciones, falacias y demás variables del escándalo que nos rodea,
espero que, más allá de mis opiniones, por las que podrá condenarme, cómo no,
coincida conmigo en que a los grandes temas concurren contenidos comunes en los
que la causalidad ya ha dejado de ser lineal para ser cibernética y que la
información que llueve sobre nosotros está más sujeta al afán divulgativo que
al pedagógico.
Entre opinión y opinión –muchas de ellas
mordaces- he incluido artículos de consagrados pensadores que las ratifican. Si
no coincidiera con ellas, le queda a usted reservado el derecho de hacer otro
tanto con aquellos que las rectifican. Vamos, si cito a Juan XXIII o a
Pablo VI puede usted hacer referencia a Pío XII, a Juan Pablo II, a
Ratzinger – a quién, como ve, no llamo Benedicto; en fin, hay varios para
elegir, muchos más de los que contiene mi lista.
Le servirá, espero, para no perder de
vista que somos nosotros, los de a pie, los que tenemos que ponernos en marcha
para que, cuando el mundo se precipite a tierra, no caiga en pedazos sobre
la cabeza de nuestros hijos.
Hace once años que vivo en España, soy
argentino de nacimiento, italiano de nacionalidad y bilingüe inglés-castellano,
de modo que no se sorprenda si se cruza con temas abarcativos de las cuatro
vertientes.
He vivido situaciones muy semejantes en
todas partes. El hombre común es, con matices, el mismo en Inglaterra,
Argentina, Italia, USA y demás países que se jactan, sin embargo, de ser
diferentes. La diferencia está en su organización social. Los más organizados
acaso sean los que más han cedido en sus derechos individuales, pero son
campeones en el compromiso de una puesta en común. El hombre de a pie de esos
países desdibuja sus exigencias personales y se aviene a un mallado
que lo incluye y protege.
Seguramente esta opinión ya nos va a
distanciar, pero siga leyendo, ya verá que por ahí vamos a encontrarnos.
Cuando el hombre se angustia apela a Dios;
cuando es pobre, a la violencia; cuando es rico, a la seguridad; cuando es
alcanzado despotrica contra el sistema; cuando es tonto mira televisión varias
horas por día; cuando es inquieto busca y rebusca lo que necesita; cuando
es inteligente investiga y deja asentados su logros… y cuando
alcanza un mismo nivel en sus actitudes intelectuales, volitivas,
afectivas y sus afanes de libertad, entonces es armónico, es decir se fija
metas alcanzables, se organiza, lucha por sus logros, otorga espacios, comparte
tiempos, se relaciona con los demás siempre en busca de un fértil encuentro que
le permita seguir creciendo en lo personal y en comunidad. En pocas palabras,
conquista un espacio de libertad que logra ampliar con la colaboración de
otros que, como él, han terminado con la
idea de que la libertad de cada uno
termina donde comienza la de los demás.
Desde su aparición sobre la tierra como un
individuo igual a todos los demás de la especie, este hombre armónico ha
crecido, hasta ser uno en si mismo, distinto a todos los demás. Es decir
se ha transformado de individuo en persona; ha pasado de “ser” a “ser humano”,
como dice un amigo –aunque él no lo sepa (que es mi amigo, claro) - Fernando
Savater.
Si es usted una persona, cosa que no dudo, seguramente
habrá activado en algún momento de su historia personal esa característica que
lo hace “uno en usted mismo”. Así, habrá llegado a la conclusión de que el
diálogo “yo-tú” del que habla Buber, cuando se hace extensivo a un
“nosotros-vosotros” instala el diálogo entre los hombres; aquello que
nos pone en común para llevar adelante una vida nutrida de las virtudes
necesarias para crecimiento de todos.
Cuáles serían esas virtudes, me
preguntará.
Yo, de una persona, espero que sea capaz de
ver el mundo y de verse en el mundo.
Para eso es menester que reúna una serie de
atributos tales como ser crítico, comunitario, solidario, exigente, amplio,
reflexivo, abierto, independiente, apasionado, consecuente, dialógico,
democrático, comprensivo… y deje de lado los convencionalismos, su
inflexibilidad, el autoritarismo, sus afanes monológicos, su egoísmo
y su servilismo. En pocas palabras, que asuma que “Las acciones humanas producen cambios a una velocidad muy
superior a la de la naturaleza, que sus efectos son tratados superficialmente
(lo que dificulta su comprensión) y que “Cuando se tienen mas variables de las
que se pueden administrar, aparece la incertidumbre en el hombre”.
En la explicación de los porqués del estado
de cosas que vivimos intervienen intereses que no conocemos por sernos ajenos;
se nos ocultan los hechos que los impulsan: mentiras, como la del valor de la
opinión pública (la opinión pública está teledirigida) ; el periodismo (que
transforma la información en basura para que la gente la recoja pero no la
verifique) ; la política (un batiburrillo de politicastros que asientan el culo
en sus sillones y levantan la mano para votar según se les ordena desde una
cúpula que manejan cuatro o cinco cabezas desde la “cocina” de cada partido);
los partidos políticos (que dictan lo que la militancia tiene que hacer, haciendo
caso omiso de lo que la ciudadanía desearía que se hiciera); la democracia (que
se ha transformado en democapitalismo; el
liberalismo (que ha dejado de ser tal para convertirse en feroz neo
conservadurismo con un único eje: el capital y su beneficio); la representación
parlamentaria (cientos de holgazanes que no saben de la misa la mitad); la
iglesia (inserta en el capitalismo, se ha quedado sin militancia pero mantiene
su vigencia por medio de otros recursos non-sanctos- léase Banco Ambrosiano);
una educación igualitaria (que nivelando hacia abajo frustra a los mejores que
se sacrifican en nombre de esa igualdad); los perjuicios de la inmigración (que
no son tales: colaboran con la riqueza del país en lo económico y enriquecen
nuestros vidas aportando matices
culturales); la administración de justicia (bastardeada por los politicastros)
; la participación ciudadana (manejada a través de los medios de comunicación a
extremos vergonzosos)…
El poder económico se ha hecho con el
sistema sometiendo a los políticos, sus agentes, a los que “dicta” lo que
tienen que hacer, y a la ciudadanía a través de los medios
que maneja “ad libitum” según intereses puramente especulativos.
Por lo visto, habrá que elegir entre
agachar la cabeza y continuar viviendo la plenitud del primer mundo mientras
millones y millones de seres humanos –cientos de millones de seres humanos-
viven en la edad de piedra o ponernos en marcha coincidiendo con miles de otras
personas que ya están en camino. No haremos camino si no nos enteramos de lo
que pasa.
Mi trabajo aspira a que usted se entere cuanto antes de que “mientras que el resto de las especies exhiben una
(auto) organización adaptativa biológica, el ser humano exhibe un
comportamiento adaptativo tecnológico: las sociedades son el resultados de
construcciones humanas y la adaptación es afectada por acciones humanas
planeadas (o no)” (Héctor Penna).
Usted no puede ser ajeno a las
“construcciones humanas”. En esas “construcciones” vivirán sus hijos y usted
mismo, tal la velocidad del cambio. Capítulo tras capítulo iremos viendo, bajo
el paraguas de circunstancias comunes, cuáles han sido los acontecimientos más
destacados que nos afectan globalmente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario