27may 2016
Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas
Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y ex Catedrático de Economía. Universidad
de Barcelona
Uno de los dogmas que el pensamiento neoliberal (que domina los
fórums económicos y políticos del país) promueve es que la globalización del
comercio beneficia a todos los países que forman parte de los tratados que se
han establecido para facilitarlo (WTO, NAFTA, TPP, y el próximo TTIP).
Constantemente se acentúa que entre los más beneficiados están
los países mal llamados pobres, que consiguen un flujo de inversiones que les
ayuda a salir de la pobreza. En realidad, y para reforzar la importancia del
libre comercio, se acentúa que la práctica comercial conocida como
proteccionismo (presentado como el polo opuesto al libre comercio) ha sido una
de las causas de su estancamiento en la pobreza. Y se hace referencia
frecuentemente a países como China, y ahora Vietnam, que eran altamente proteccionistas,
y que, tras incorporarse a los tratados de libre comercio, han conseguido
enormes tasas de crecimiento que no se habían conseguido con el proteccionismo
que los caracterizaba en sus regímenes anteriores. Hasta aquí el dogma
neoliberal, y lo defino como dogma porque se reproduce a base de fe y no a base
de evidencia científica.
Pero antes de mostrar esta evidencia, quiero aclarar por qué
hice la observación de “los mal llamados países pobres”. Los datos muestran
que, por muy extraño que parezca, hoy no hay países pobres. Lo que sí que hay
son países donde la mayoría de la población es pobre. Pero ello no quiere decir
que estos países sean pobres. Haití y Bangladesh, dos de los países con un PIB
per cápita más bajo, tienen los suficientes recursos para que la mayoría de la
población no fuera pobre. Uno de los mayores problemas de estos dos países, por
ejemplo, es la malnutrición. Y sin embargo, cada uno de ellos tiene la
suficiente cantidad de tierra productiva para alimentar varias veces el tamaño
actual de su población. El problema real en estos países no es, pues, la falta de
recursos, sino el control de estos recursos, especialmente el control del mayor
recurso en el caso agrícola, es decir de la tierra, que está en muy pocas
manos, aliadas con intereses de los países ricos. Y esto no es –como los
neoliberales insisten- un mero eslogan izquierdista, sino una realidad
ampliamente documentada.
La escasa popularidad de
tales tratados neoliberales
El segundo punto que hay que subrayar es que los tratados
llamados “de libre comercio” son sumamente impopulares en los países
desarrollados. Sí que son populares entre las élites financieras, económicas y
políticas de tales países, pero sumamente impopulares entre sus clases
populares. La popularidad de los candidatos anti-establishment en EEUU, como
Trump en la derecha y Sanders en la izquierda, se basa precisamente en la
oposición de ambos candidatos (Trump republicano y Sanders demócrata) a tales
tratados. La globalización, facilitada por dichos tratados, y el traslado de
industrias a países mal llamados pobres, están destruyendo millones de puestos
de trabajo en EEUU. La movilidad de empresas de EEUU a países subdesarrollados
en busca de trabajadores con salarios más baratos provoca una gran destrucción
de puestos de trabajo en EEUU y el colapso y desaparición de zonas industriales
y de servicios previamente ricas, lo que ha creado este enfado popular contra
el establishment político –tanto el republicano como el demócrata- que apoyó
tales tratados. De ahí que la base electoral de Trump y de Sanders sea la clase
trabajadora, cuyas condiciones de vida se han deteriorado dramáticamente estos
años en la medida que se han ido extendiendo los tratados de libre comercio.
¿Resuelve el libre comercio
el subdesarrollo en los países pobres?
Frente a esta situación, los autores neoliberales (como el
economista de cabecera de la televisión pública catalana, el Sr. Sala i Martín
y otros que participan en las tertulias y los programas de difusión de
información económica) señalan que el libre comercio está ayudando a los países
pobres, creando puestos de trabajo y facilitando el crecimiento de la riqueza.
Y utilizando este argumento, atribuyen a los tratados de libre comercio el
desarrollo económico de los países pobres, citando, como dije antes, China y,
ahora, Vietnam. Este es parte del dogma neoliberal que se reproduce y promueve
en los medios de comunicación diariamente. Pero, de nuevo, los datos no
confirman este supuesto. Mirémoslos. Y vayamos por partes.
1. No hay ningún país desarrollado en el mundo que no haya
alcanzado el nivel de desarrollo actual sin que haya seguido políticas
proteccionistas. EEUU ha sido y continúa siendo enormemente proteccionista (y
un tanto igual ocurre entre los países de la Unión Europea). La industria
aeronáutica, la industria automovilística, la industria agropecuaria, entre
muchas otras, han contado siempre con enormes ayudas y subsidios del Estado
federal, incluyendo inversiones masivas en la industria del automóvil y en la
aeronáutica por parte del Departamento de Defensa. Como reconoció el Ministro
de Defensa del Presidente Reagan, el Sr. Caspar Weinberger, EEUU tiene la
política industrial más avanzada en el mundo occidental hoy. Y los subsidios
federales a la agricultura son otro ejemplo.
2. Un tanto semejante ocurre con China. China continúa siendo
altamente proteccionista. La mayoría de la banca, por ejemplo, está
nacionalizada, siendo el Estado chino un Estado altamente intervencionista y
proteccionista. Y un tanto parecido está ocurriendo en Vietnam. El gran
crecimiento de China y Vietnam tuvo lugar en la época en la que la apertura al
comercio internacional se hizo respetando y manteniendo grandes dosis de
proteccionismo. Ahora bien, como bien ha indicado el gran analista del comercio
internacional, el Profesor Dani Rodrik, en su artículo A Progressive Logic of Trade (Social Europe Journal, 15.04.16), el Acuerdo
Transpacífico de Cooperación Económica (TPP en sus siglas en inglés), el nuevo
Tratado del Pacífico, al forzar a Vietnam a disminuir tal intervencionismo,
debilitará, en lugar de facilitar, su crecimiento económico. La desaparición de
este proteccionismo creará un enlentecimiento de su crecimiento económico. Si
no se lo creen, esperen y lo verán.
El impacto negativo del
libre comercio
3. Para aquellos países subdesarrollados que no tuvieron tales
medidas proteccionistas, los tratados de libre comercio han tenido un impacto
enormemente negativo, pues han provocado la destrucción de gran cantidad de
puestos de trabajo, un número mayor de los que han sido creados por las
inversiones facilitadas por los tratados de libre comercio. México es un
ejemplo de ello. La pobreza y el desempleo han aumentado en este país como
consecuencia del NAFTA (el Tratado de Libre Comercio entre Canadá, EEUU y
México), no al revés. Ahí están los datos para que los vean.
4. Las supuestas ventajas del libre comercio en los países
pobres afectan positivamente a las rentas superiores relacionadas con el sector
exportador (por regla general controlado por inversores extranjeros) y
negativamente a las clases populares, pues el dinero público se invierte para
facilitar la inversión extranjera a costa de inversiones orientadas a crear
empleo en los sectores domésticos. De ahí que, aun cuando aparentemente haya un
crecimiento económico notable, ello no quiere decir que el estándar de vida de
las clases populares haya aumentado.
5. Un tanto igual ocurre en los países ricos. Los tratados de
libre comercio son causa del crecimiento de las desigualdades de aquellos
países, beneficiando a las rentas superiores (de aquellos profesionales cuyo
trabajo no se traslada a otros países) pero desfavoreciendo a la mayoría de los
trabajadores. EEUU y Alemania son un ejemplo de ello. El sector exterior está
muy desarrollado a costa del sector doméstico, poco desarrollado, en parte como
consecuencia del descenso de la demanda doméstica, resultado del descenso de
los salarios.
La evidencia acumulada que apoya abundantemente cada uno de
estos puntos muestra la falsedad del dogma neoliberal. El hecho de que, a pesar
de ello, continúe promocionándose, es porque tales tratados benefician a las
elites financieras e industriales de los países ricos así como a sus aliados en
los países pobres (las clases de rentas altas de los países pobres que dependen
de las inversiones extranjeras y del sector exterior para el sostenimiento de
sus necesidades). Es esta alianza de clases la responsable de que el estándar
de vida de las clases populares, tanto de los países ricos como de los pobres,
esté estancado. Se necesitaría una alianza entre ellas para cambiar el sentido
de tales tratados. Así de claro.
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