lunes, 21 de diciembre de 2015

A ELECCIÓN PASADA... UNA INCÓGNITA EL NUEVO PRESIDENTE

Ya tuvieron lugar las elecciones generales en España.
De poco le ha valido al PP ser el partido más votado, ni al PSOE ser el segundo.  

Se entiende el fracaso del PP si se valora la incapacidad de Rajoy para conducir el estado siguiendo a pie juntillas las imposiciones que le impusieron las directivas de Merkel, del FMI, de la UE, del Bco Europeo y cuanta organización de aquí, de España, o acullá,  del mundo financiero. La gran novedad consiste en que ha pasado a la historia eso de "derecha e izquierda", algo que también incumbe al PSOE. 
No se puede gobernar –ni aspirar a hacerlo- desde las ideologías.
Rajoy pensó más en España que en su gente, como si España pudiera existir sin los españoles, para él unos meros adornos. El PP es una versión moderna de ¡viva España!, cuando los españoles recibían por alimento un huevo por familia, gracias a una generosa cartilla  que administraba su hambruna.

El PSOE vive atado a la sensibilidad que sienten sus militantes por la gente, por el temor a que vuelva –ya ha vuelto- el huevo por familia,  pero no tiene encaje porque no sabe despegarse de la atadura ideológica decimonónica que lo tiene atenazado: el capitalismo del que reniega.

Han aparecido en la escena política otros partidos. El de un joven bien puesto, Albert Rivera, que pintaba como pragmático y hasta contaba con el apoyo de mucha gente para aspirar a algo más que 40 escaños.  Su postura de centro-derecha –otra vez “izquierda y derecha”- lo condenó porque se lo pensó alternativa del PP o eventualmente “socio”, pero lo negó tantas veces que se quedó corto de votos como para aspirar a más.

El otro que apareció en escena, el “coleta”, como al comienzo se lo denominaba despreciativamente en el PP, supo hacer las cosas: se definió como de izquierdas, pero no quiso acuerdos con las izquierdas ideológicas; sin renegar de su izquierdismo supo interpretar las necesidades de la ciudadanía sin que la ideología lo inmovilizara. Su ideario era terminar con un huevo por familia, pero no fue lo único. Supo interpretar el presente  y  proyectar un futuro en el que todos cupieran.

El resultado de las elecciones, ahora en manos de todos los políticos, exige una gran reflexión que tiene que contemplar que, dada la indefinición respecto de un partido ganador que gobierne los próximos 4 años, será menester, acaso, llamar nuevamente a elecciones. No se vislumbran acuerdos programáticos entre los  partidos más votados. Ninguna de las dos  fuerzas emergentes alcanza un número suficiente de representantes para encaramar un futuro presidente: ni del PP (Rivera),  ni del PSOE (Sánchez).



Lo que mucha gente ve como una debacle del sistema me permito verlo como la llave de un cambio que ayudará a España a salir de la mediocridad política en la que el bipartidismo la ha hecho caer.

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