Carlos Ángel Trevisi
Se es democrático cuando la sociedad asume que sus miembros "SON" en tanto se prodiguen para "ESTAR" en los demás. Para tal logro es menester transformar la potencialidad que tenemos en ACTITUDES donde armónicamente se siembre el afecto, la inteligencia, la voluntad y una libertad de conciencia que armonicen de tal modo que nos constituyamos en una comunidad en la aceptemos al "otro" cualquiera sea su ideología. El problema radica en que se han pervertido los parámetros que son menester para que quepamos todos. Las ideologías se han apoderado de la sociedad sin que percibamos que desvirtuan nuestras vidas impidiéndonos que nos hagamos de un ideario que destaque al ser humano como eje de las resoluciones que han de imponerse con arreglo a la voluntad general de aquellos que convivimos con la concienia libre de ataduras o mandatos que no son nuestros. Las ideología nos obliga a actuar bajo sus dictados sin posibilidad de asumir nuestros propios principios como personas y no como simples borricos.
Se podrá decir que esto no es nuevo. En efecto: las dictaduras son nada más ni nada menos que los antecedentes más crueles de las ideologías como domesticadores del hombre. El sometimiento sigue vigente: el fútbol, los shoppings, la televisión, la educación envilecida, el desinterés por el prójimo, la subalimentación infantil, la precariedad del empleo, los medios de comunicación -periódicos, la radiofonía, y qué no, empujan a que los valores que encierran las potencialidades que nos son propias hayan quedado desvirtuadas: nos han transformado en meros mamíferos.
Siendo así, el hombre ha ido perdiendo el norte; no le importan los demás e indiferente a la política solo participa cuando tiene que votar. No es raro que así sea: el sistema le mete en la cabeza a diario que vivimos en democracia, que la ley, que la Constitución, que tiene en sus manos la solución que demanda el país votando... y todo lo que queramos agregar.
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