por Carlos A. Trevisi
En una sociedad como la nuestra que
ha quedado atrapada en la “cultura de la diversión”, participamos de todo
aquello que tiene esas características, aunque no lo reconozcamos. Dígame si no,
como es posible que un mamarracho secundado por una caterva de infelices con
apariencia de justicieros se permita pasar
horas y horas dirigiendo un programa de televisión en el que no hacen más que
hablar necedades de una pobre gentuza con vidas malogradas. Demos gracias a dios de que todavía, al menos,
nos avergonzamos y ocultamos ante los demás
muchas de nuestras debilidades. Y si es de dar gracias es porque la estupidez todavía no se ha apoderado enteramente de nosotros.
El desencuentro social ya está
alineado definitivamente con lo intrascendente. La televisión y el fútbol sirven
de escape a las miserias económicas que nos agobian y, en descargo de los que
las padecen, puede decirse que si no fuera por los entretenimientos que ofrecen,
España estaría ardiendo, como ya ha sucedido con varios países que pasaron por
lo mismo.
El abandono del compromiso social de
nuestra gente es altísimo. Nadie se “juega” y cuando alguien lo hace, lo critican,
lo vituperan y terminan derribándolo sin más. Casi todas las miserias a las que
aludo se juzgan y condenan desde la banalidad, lo insustancial –ya ni se
juzgan, se condenan , sin abordar las causas que las provocan ni estimar las consecuencias perniciosas que acarrean. Seguramente se podría atribuir a una
costumbre que viene de lejos y a una forma de vida que no podemos abandonar por no haber crecido lo
suficiente. Una gran mayoría ha logrado escapar de la parálisis depositando en las instituciones de la
democracia una responsabilidad que éstas no han sabido asumir políticos
mediante.
Si por casualidad leyera esto Rubalcaba
o alguna de las ministras del gobierno central, tan riquillas ellas, -¿por qué
no Rajoy?- dirían que no sé de lo que estoy hablando porque sus respectivos
ministerios ya se ocupan de la familia, de la vivienda, de la salud, de la
educación y ¿de qué no?. Yo les contestaría que habría que tener un MINISTERIO
PARA EL FUTURO, donde habría que plantear que será de nuestro país en 20 años
considerando que la proyección de las circunstancias que imperan hoy día no auguran nada halagüeño, y cuál es el proyecto que nos autorice desde
ya a pensar que es posible que nuestros hijos y nietos puedan seguir “creando”
desde España para un país que se lo
merece y un mundo a la deriva.
Pongamos un límite a esta sociedad
del entretenimiento.
Asumamos que la educación se va al
garete y no porque el gobierno preste más atención a la enseñanza* privada,
sino porque en la educación** pública no hay proyecto educativo de futuro;
asumamos que en el norte de Europa no son más “decentes” que nosotros porque sean
mejores, sino porque todos han aprendido a participar de una puesta en común
social en la que hasta el que desfalca, roba y mata sabe que tiene que pagar la
leche y los periódicos que se ofrecen en las carreteras desde un dispensador
público; que hay que colaborar con los chicos ayudando a sus maestros y no
haciéndoles los deberes; que dadas las circunstancias actuales de poco sirve
que su hijo sea el “mejor” del curso: su hijo tiene que aprender a ser
imaginativo, a descubrir el mundo sin que se lo “dicten” por televisión, a
interpretar más allá de la mera percepción, fotografía que se evanesce si no
aprende a pensar, a reflexionar, a crear su propio proyecto de vida, si no
aspira al conocimiento; asumamos igualmente que nuestro hogar no es la casa
donde dormimos, comemos y vemos televisión: es el lugar del encuentro en el
afecto, donde aprendemos a colaborar con los demás; es el lugar del sosiego, de
la charla amable; que asumamos que tenemos que tener un ojo avizor que nos
alerte cuando asumimos compromisos financieros ante los bancos que ya han dado
pruebas de ser los que manejan el mundo y terminan empujando a la gente al
suicidio como ha sucedido recientemente; y que si bien usted es el “dueño” de la salud
pública la comparte con millones de otro dueños que acaso tengan más urgencias
que las suyas propias; que los médicos –que los hay de todo tipo especie y
calidad, claro, como no puede ser de otro modo- merecen su condescendencia ante
el error, ante las demoras a las que nos obligan…
Para
terminar asumo junto con usted que este llamado idílico a la participación
también tiene sus límites: denuncie a los impostores, a los Ladrones, a los
vagos, a los sinvergüenzas a los pretensiosos; GUADARRAMA EN MARCHA es la asociación que aspira a ser un refugio
ante la inmisericordia que se lleva todo por delante.
Nuestro
campo de acción es Guadarrama.
No nos interesa la política partidaria. Nos
interesa usted. PARTICIPE.
NB. * / ** : Habrá notado que hablé de ENSEÑANZA PRIVADA pero de EDUCACIÓN PÚBLICA. La diferencia salta
la vista: se enseñan contenidos útiles para sobrevivir, pero se educa
para vivir.
Fundación
Emilia Mª Trevisi http://www.fundacionemiliamariatrevisi.com
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