sábado, 15 de agosto de 2015

UN NUDO DIFÍCIL DE DESATAR

Por Carlos A. Trevisi

Como no pude ser de otra manera el descalabro que estamos viviendo en España se precipita. La razón radica en que gran parte de las acciones del gobierno –no siendo las puramente económicas, y no por buenas sino porque estamos atados de pies y manos a la troika que no nos da tregua- andan a la deriva en manos de quienes menos saben y más mienten.
Uno de los problemas más serios que enfrenta el gobierno se vincula al ministro del Interior. Y no por mentiroso sino porque no ha sabido –ni podido- quitarse de encima su vinculación con el Opus. Ser del Opus es irrelevante si pertenecer no afecta la función política de los que adhieren. No me refiero sino a la actitud críptica que anima a sus gentes, que no comparto, aunque entiendo que en un país como el nuestro cuya sociedad está atomizada y la puesta en común no existe, se busque refugio en una comunidad como la que ofrece el Opus que brinda todo lo que no encuentran afuera.

El ministro del Interior es del Opus. Es un hombre de misa diaria que adhiere a las verdades que se le ofrecen en el ámbito que ha elegido como forma de vida.
Y es ahí dónde radica el problema.
El espectro de la realidad es mucho más vasto y abierto que el que ofrece el Opus. Es más fácil esconderse de la realidad buscando refugio en una organización que ofrece el encuentro con Dios –al margen de otras ventajas- que enfrentarse a ella para cambiarla y transformarla en un ámbito comunitario donde su gente pueda convivir más allá de los dictados de la fe y el amor al prójimo, que no excluyo, pero entiendo poco tienen que ver con la vida cotidiana que exige respeto por la alteridad en el ámbito de la convivencia.

Fernández Díaz ha recibido a un imputado de delitos varios –Rato- en su oficina del ministerio.  El hecho en sí nos dice que ha usado su despacho, más allá de las justificaciones que ha hecho a posteriori, para recibir a un personaje que, al margen de lo que decida la ley, está incinerado socialmente y de que nada puede justificar tamaña actitud pese al remanido argumento de que todos somos iguales ante la ley, lo que implícitamente significa que si a usted, amigo lector, le tocara pasar por una situación semejante a la del sinvergüenza de referencia, el ministro lo recibiría (aunque ni se lo imagine). Ha sido tal la estupidez del ministro -no encuentro otra cosa para imputarle- que ha dado lugar a que la oposición en pleno se lo esté fagocitando y la ciudadanía, una vez más, reniegue del gobierno y del P.P. 

Seguramente ha incidido en su decisión que el imputado que solicitó la entrevista perteneciera al “equipo” del P.P. Llama la atención que su actitud no haya contemplado que es un sinvergüenza de pura cepa que, sin haber pertenecido al Opus, tiene mucho que ver con intereses cruzados de la organización con el gobierno. El hecho me recuerda al caso Bárcenas, imputado hasta lo que no consta en la ley como imputable, cuando el insaciable sinverguenza recibió un correo de Rajoy en el que le daba ánimo porque todo iba a salir bien.

No es el caso de Fernández Díaz el único que ha tenido lugar esta semana del 5 de agosto. Hace apenas unos días el ministro de Educación que reemplaza a Wert, sin  cometer nada que pudiera imputarlo como al de Interior, prestándose ante la televisión, manifestó que entiende poco de educación pero que estudiaba por la noche para enterarse de qué se trataba. Wert, después de haber destrozado la educación española aplicando parámetros de otros países, ha recibido como premio un cargo importante en Francia, donde residirá con su esposa gozando de un muy buen sueldo en mérito a su tarea a cargo el ministerio del ramo.

Estos dos casos no son los únicos que nos ha regalado este verano que, al no haber finalizado aún, puede arrojarnos algo nuevo en materia de despropósitos. 

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