domingo, 4 de septiembre de 2016

LOS INICIOS DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL BRITÁNICA


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Por Carlos González Martínez, 

Comentario de Carlos A Trevisi al pie.



Entre el último tercio del siglo XVIII y el primero del XIX, el crecimiento económico inglés se basó en la producción de bienes de consumo -curtidos, alimentos, bebidas, lino, seda, lana…- mediante técnicas tradicionales. No obstante, ninguno de estos sectores jugó un papel tan destacado como el del textil algodonero, que durante esta etapa actuó como dinamizador de la economía.
ENTRE LAS CAUSAS QUE FAVORECIERON EL DESARROLLO DEL SECTOR TEXTIL ALGODONERO CABE DESTACAR LA SITUACIÓN DEL MERCADO INTERIOR BRITÁNICO Y LAS CONEXIONES COLONIALES. NO HEMOS DE OLVIDAR AL RESPECTO QUE, DURANTE TODO EL SIGLO XIX, EL IMPERIO BRITÁNICO FUE EL MÁS EXTENSO DEL MUNDO.
Además, la industria del algodón supo aprovechar las ventajas que, en materia de cantidad y coste, tenía con respecto a la lana. Esto les permitió, a su vez, invertir más capital en innovación. Por tanto, los cambios organizativos y el desarrollo tecnológico, fueron factores fundamentales para el incremento de la productividad.
Sin embargo, junto al papel dinamizador de la industria textil algodonera, hemos de destacar otros elementos que facilitaron el desarrollo industrial británico. Entre ellos cabe destacar la utilización del carbón como fuente de energía, la invención y aplicación de la máquina de vapor, el auge de la siderurgia y la mejora en los transportes.

EL CARBÓN COMO FUENTE DE ENERGÍA

En esta época de grandes cambios, las fuentes de energía también se vieron afectadas. Junto a las tradicionales, que continuaron utilizándose, surgieron otras fruto del desarrollo y las necesidades de la industria. Así, de entre las nuevas fuentes de energía, cabe destacar el carbón.
En su origen, el carbón se vio notablemente favorecido por la escasez de madera en las islas británicas, lo que propició que se convirtiera en un elemento fundamental para el uso doméstico. Posteriormente, con el crecimiento demográfico y urbano, se hizo aún más necesario en este sentido.
AL MARGEN DE ESTO, HAY QUE DESTACAR A LA INDUSTRIA DE EXTRACCIÓN DEL CARBÓN COMO PIONERA EN LA ORGANIZACIÓN DE TIPO CAPITALISTA, EN LA QUE TAMBIÉN ENCONTRAMOS UN GRAN INTERÉS POR LA INNOVACIÓN TECNOLÓGICA.
Sin embargo, el gran impulso del carbón como fuente de energía vino dado por las mejoras siderúrgicas y el desarrollo de la máquina de vapor. La primera plasmación de este invento la encontramos a principios del siglo XVIII de la mano de T. Newman, siendo aplicada a la minería con cierto éxito.
No obstante, el culmen de esta mejora técnica llegó con J. Watt en 1755. Este desarrolló una máquina más potente y eficaz, que posteriormente fue aplicada también al transporte. La aparición de la máquina de vapor favoreció notablemente el desarrollo del proceso industrializador mediante el impulso del sistema fabril y de las nuevas formas de organización financiera.

EL DESARROLLO DE LA SIDERURGIA

A principios del siglo XVIII, la producción de hierro, aún siendo de cierta calidad, no satisfacía ni fomentaba la demanda: era demasiado caro y escaso. Sin embargo, con el paso de los años, la industria siderúrgica fue tomando un papel más relevante, hasta el punto de que, en el segundo tercio del XIX, tomó el relevo de la industria textil algodonera como motor económico.
Esta evolución de la industria siderúrgica fue posible gracias a la conjunción de dos factores:
  • La renovación tecnológica, que, de la mano de hombres como A. Darby y H. Cort, permitió reducir los costes y mejorar la calidad del producto.
  • El incremento de la demanda, que estuvo, sin duda, muy ligado al proceso revolucionario –industrial, agrícola y demográfico-, siendo precisamente este el impulsor de la sustitución de la madera por el hierro, tanto en el campo doméstico como en el de la producción.
A TODO ESTO SE UNIERON DOS FENÓMENOS QUE FAVORECIERON ESTE CRECIMIENTO DE LA DEMANDA: LAS GUERRAS DE PRINCIPIOS DEL XIX, Y EL DESARROLLO DEL FERROCARRIL.

Comentario de Carlos A Trevisi 

Fue entonces cuando el mundo comenzó a perder de vista  al Quijote y los ingleses se hicieron con la Argentina: dos invasiones fallidas  a Buenos Aires, y ante el fracaso de la "gestión" bélica, instalaron las líneas férreas que cubrieron todo el país; todo muy bien pergeñado:  con vértice en Buenos desde donde partía  hacia la Gran Bretaña lo que nos "compraban"  y más tarde nos revendían, ya industrializados, a precios cada vez más altos.
La oligarquíe argentina se complugo en reventar cualquier atisbo de recuperación. El "robo" tenía una vertiente que no podemos desconocer, leamos a Dickens y veremos que,  después de todo no nos fue tan mal como a los inglesitos que trabajan 12 hors diarias y vivían en barracones como animales. Dos siglos después seguimos padeciendo la exacción, solo que más "delicadamente"; ahora solo se mueren de hambre millones de argentinos, los que no saben cómo afrontar el problema, pero tienen la suerte de que los gobiernos como el de los Kirchner los aplacan con "subsidios".
Con todo, me repugnan más  todos los sinverguenzas  que  salían a "conquistar" Europa llevando la gran creación de Buenos Aires: el tango, me repugnan más, insisto,  que los ingleses que han sabido aprovechar sus fechorías para recrear un país en el que sus habitantes han sabido vivir en comunidad y con patriotismo, como quedó demostrado cuando Churchil -que jamás ha gozado de mi simpatía- empujo al pueblo  con un a frase  que siempre me ha conmovido por la respuesta que recibió de la gente : Sangre sudor y lágrimas.

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