sábado, 7 de marzo de 2015

NUESTRO PARTIDO POLÍTICO (XVI): LA DEMOCRACIA QUE DIO EL MAL PASO


porAlfredo Grande (APE)


En la cultura represora, la vida no te da sorpresas. Sólo te da disgustos. De la misma forma que el pez nunca podrá tener conciencia del agua, el sujeto del mandato, alienado, explotado, idealizado, estigmatizado, apalabrado, encriptado, momificado, nunca podrá tener conciencia de la cultura represora que lo atrofia por dentro y lo esteriliza por fuera.

La cultura represora es una cinta de moebius donde no importa en qué superficie empiece el recorrido. Siempre se recorre toda la superficie. Pierde sentido diferenciar “dentro” de “afuera”. Si el edicto policial está afuera y la culpa está adentro, nunca mataremos al policía que tenemos adentro, como proponía Lenin, porque nos lo impedirá la culpa que nos inocularon desde afuera, como enseñó Freud.

La primera conclusión, no demasiado satisfactoria, o para decirlo en lenguaje no electoral, absolutamente deprimente, es que la sangre tiene el destino de ser siempre negociada.
La trampa del consumo como reactivador de la economía tiene lejanos antecedentes. No soy historiador pero podría ubicar al New Deal de Roosevelt como un antecedente válido. No soy historiador pero mantengo la memoria de hechos lejanos.

El terrorismo de Estado, hasta ahora la más brutal forma de expresión de la cultura represora, instaló el “deme dos”. Dólar barato, viajes al exterior, compras desmesuradas. Desde el “deme dos”, pasando por la convertibilidad, hasta la actualidad de las 12 cuotas y la adicción a la coca cola, la sangre derramada ha sido negociada en las piras sacrificiales del hiperconsumo. 
(Nota de la FEMT. Se refiere a la ARGENTINA)

Tropezamos con nuestras ansias del consumismo, que es consumir consumo. El consumismo reemplazó al comunismo y la única Internacional que se canta es al suicidio colectivo que algunos llaman tarjetas de crédito. Melchor, Gaspar y Baltasar han sido reemplazados por Musimundo, Frávega y Garbarino. Una pareja psicótica dice ¡quiero!. Y lo que quiere es comprar lo inútil, lo caro, lo perjudicial.

Si por el mandato sacramental el amor quedó transformado en matrimonio e implantó el servicio sexual obligatorio, en la actualidad de la cultura represora el mandato es el consumismo familiar obligatorio.

Las necesidades básicas insatisfechas son simultáneas con el despilfarro del consumismo. Y “lo simultáneo” la trampa terminal de la cultura represora cuando se organiza en la razón democrática.
[...]
Cuando escribí que en democracia el Estado tiene un rostro benefactor y simultáneamente, un rostro terrorista, me refería a este tipo de crueldad. La violencia revolucionaria ha sido desalojada por la crueldad reaccionaria. Y cuando disminuye el ascendiente, aumenta en forma alarmante la autoridad.

Huevo de la serpiente del autoritarismo, del despotismo, de las pequeñas y grandes tiranías. La democracia ha tenido demasiados tropezones, pero la publicidad bulímica nos convence de que todavía no hay malos pasos. Incluso se permite organizar una feria de vanidades en forma de primarias abiertas secretas obligatorias. Peor no podría ser. La obligación y el secreto son las armas de la cultura represora. Más que primarias parecen de jardín de infantes por las peleas y caprichos que generan. Y lo de abiertas es el engaño absoluto. Las abren para cerrarlas con el candado del 1,5% en las secundarias.

Una de las formas con las cuales se hubiera podido hacer de las PASO algo más digno que pisarse los pies, hubiera sido que las izquierdas clasistas, anticapitalistas y revolucionarias organizaran algo así como “PASO a la Izquierda”. Los aspirantes validados por la militancia hubieran realmente abierto esta trampa electoral. 


[...]

Al menos, este tropezón podrá ser solucionado en las secundarias, donde la cultura represora que anida en la izquierda como sectarismo, mesianismo, iluminismo, se arrasada por una estrategia de poder. Que incluye la crítica profunda al Estado y a la Familia tal como el credo liberal y representativo nos han marcado en cuerpo y mente.

Que la democracia burguesa dé malos pasos, no me importa. Incluso me alegra. Pero tendremos que luchar contra los enemigos y juntarnos con los amigos para que no sigamos tropezando. Tropezón de enfrentarnos entre los que debemos acompañarnos. Es mejor no caer que tratar de levantarse.


Ver el artículo completo en http://www.argenpress.info/2015/03/la-democracia-que-dio-el-mal-paso.html



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