martes, 28 de abril de 2015

DE LA INFORMACIÓN AL CONOCIMIENTO ( I )

I. De la información al conocimiento

Por José Antonio Millá





—Ahora digo —dijo a esta sazón Don Quijote
que el que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho
sobre la expresión «sociedad de la información»:Information societysociedad de la información,societé de l'information
 

La información como punto de partida

La «sociedad de la información» se nos presenta como una realidad al tiempo dominante y huidiza; pero que eso no nos asuste. Sepultados por miríadas de nuevos términos, por convulsiones empresariales y financieras, por promesas y despliegues asombrosos, no hemos tenido aún el reposo suficiente para analizar qué hay en realidad dentro de ella, e incluso más: qué hay para nosotros, qué nuevos márgenes de acción nos permite.
 How Much Information? 2003La información nos rodea desde hace décadas, creciendo exponencialmente: hace treinta años, la documentación de construcción de un gran avión pesaba tanto como la propia aeronave. Hoy las cosas son del mismo modo, pero la documentación ya es mayoritariamente digital. Igual que las revistas científicas, en número constantemente creciente; y los corpus de leyes y jurisprudencias locales, autonómicas, nacionales y comunitarias; y las noticias sectoriales, generales y locales; y las informaciones de las empresas; y las transacciones corporativas; y un océano de patentes, de informaciones sobre procesos y productos. A ello hay que sumar los esfuerzos gigantescos por incluir en formato digital muchos de los libros y revistas de las grandes bibliotecas; y los documentos de los archivos.¿Nos olvidamos de algo? Por supuesto: de los datos sobre los datos. Los catálogos: de nuevas cosas y de antiguas bibliotecas y archivos, los directorios, los resúmenes y las bibliografías, los compendios de informaciones: por área geográfica, por personas, por tema, por fecha... ¿Y los datos sobre datos sobre datos? Pues también: ahí están los catálogos de catálogos, los descriptores de descriptores; los recursos sobre recursos...
La web pública tendría hoy en día 4.000 millones de páginas estáticas, de páginas dinámicas, un número cientos de veces mayor; la web profunda (paginas de intranets o por contraseña) es miles de veces mayor que la web pública.
Ricardo Baeza-Yates, "Excavando la Web", El profesional de la información, vol. 13, nº 1, enero-febrero del 2004
 Es difícil no sentir vértigo: a una sociedad en crecimiento constante y que genera ingentes cantidades de documentos, se une la recuperación de gran parte del acervo producido en épocas anteriores, y a todo ello las herramientas para organizarlo y ordenarlo. Todo pasa a formato digital; todo acaba formando parte de la Web: todo está al alcance de la mano. Unas como informaciones abiertas, accesibles a cualquiera; otras, de acceso restringido. Pero la masa total es ingente: medio billón de páginas web, según los últimos datos; es decir: quinientos mil millones de páginas de información... al otro lado de la pantalla.
la Espasa en la época en que tenía sólo 88 volúmenes¿Cómo comprender su magnitud?: supongamos que se reparte una obra del tamaño de la enciclopedia Espasa a cada hombre, mujer, adolescente, bebé o anciano de Madrid (por tanto, muchas casas recibirían varias obras, y acabarían con cuatro o cinco paredes cubiertas por ellas). Ahora pensemos: todas las obras son diferentes. Y a continuación: podemos hojear cualquiera de ellas. Inmediatamente.¿Qué experimentamos? ¿Felicidad o vértigo?


La biblioteca de Babel (no respondo de la edición)
 

Tenerlo todo: no tener nada

Lo contó Borges en forma alegórica en su célebre relato La biblioteca de Babel. Esa fabulosa biblioteca contenía (dicho en palabras de hoy) toda la información posible, porque cualquier posible conjunto de palabras estaba en alguna de sus inagotables estanterías. Libros buenos y malos, mediocres; falsos y auténticos, medio falsos y medio verdaderos: todos. ¿Les suena a algo?
La Web es nuestra Biblioteca de Babel. Pero necesitamos utilizarla...
Espigar el hilo de un dato que necesitamos; averiguar en esta masa de informaciones de muy diversa procedencia cuál es  la que nos hace falta: compararla con otra, seguirla hasta donde nos sirve, y no más allá. Localizar una tercera y una cuarta. Sacar conclusiones parciales; ponerlas en cuarentena. Buscar luego otra fuente diferente, seguir sus hilos. Volver sobre las ideas puestas en reserva y avanzar en conjunto. Repetir el ciclo una, diez veces: crear documentos provisionales, difundirlos y recibir las realimentaciones de otros. Al final con suerte comprender, resumir y actuar.
Las operaciones que acabamos de describir no son extraordinarias: son las habituales y necesarias en múltiples procesos diarios. Y no se limitan a la simple búsqueda de información: implican algo más. Y además se aplican a infinidad de campos. Lo que se buscaba han podido ser elementos para una investigación médica, ideas de explotación empresarial, rastros de personas o de hechos del presente o del pasado, funcionamientos de compañías o de instituciones, experiencias industriales, precedentes legales, pistas sobre nuestra competencia, ideas, señales de alarma, claves para la comprensión, para la investigación, para el negocio...
Decíamos que la mayor parte de las operaciones intelectuales que utilizan la herramienta de la Web no pretenden sólo "recuperar información". Intentan construir un conocimiento. Esa es la meta real de las personas, de las corporaciones y de las instituciones.
     Y conocimiento no es información; reparemos en los matices:
Mario BungeInformación + evaluación = conocimiento 
     la información   el conocimiento     
es algo externoes interiorizado
es informees estructurado
es rápidamente acumulablesólo puede crecer lentamente
se puede automatizarsólo es humano
es inerteconduce a la acción






The H.P.Lovecraft Archive
 

La llave de plata

Un personaje del escritor fantástico H. P. Lovecraft emprende la búsqueda de una ciudad con cuyas cúpulas doradas en el sol de la tarde había soñado tantas veces. Perdido entre las marañas de callejuelas puede, por fin gracias al auxilio de una mágica llave de plata, acceder a ella. Cuando lo logra, descubre que no es otra que su propia ciudad natal: manifestada o revelada bajo una nueva luz.
Sí: la ciudad onírica estaba dentro de su ciudad real (podemos extrapolar nosotros ahora) como el conocimiento está dentro de la información: agazapado, polvoriento, esperando la llave mágica.
Y ya es hora de revelar nuestro secreto: la llave mágica del conocimiento es la lectura. Será necesario repetirlo, porque estamos subyugados por la magnitud y las virtudes de los nuevos prodigios tecnológicos, y al tiempo deberemos reaprender las potencialidades y las maravillas de algo que consideramos trivial, sólo porque lo poseemos ya, y porque nos acompaña desde hace muchísimo tiempo.
La lectura es la capacidad de los humanos alfabetizados para extraer la información textual. (Existe también la "lectura de las imágenes" de la que habremos de hablar igualmente...) Y es hora de avanzar la tesis central de estas páginas: la lectura es la llave del conocimiento en la sociedad de la información.
La colosal acumulación de datos que ha constituido la sociedad digital no será nada sin los hombres que los recorran, integren y asimilen. Y esto no será posible sin habilidades avanzadas de lectura.
Es cierto que el acceso a la información digital exige nuevos saberes. Algunos de ellos antes estaban confinados a profesiones muy especializadas (los documentalistas, los bibliotecarios). Pienso en la capacidad de manejar bases de datos, en la utilización de palabras clave para las búsquedas, en el uso de operadores booleanos (Y, O), en la indización de la documentación propia... Todo ello es real: son saberes nuevos, antes reducidos a una práctica profesional, y hoy necesarios hasta para el escolar que prepara un trabajo. Pero además de ellos, y vitalmente necesarios para la conversión de las informaciones halladas en conocimientos, está la habilidad tradicional de lectura.
Que no nos extrañe: el desarrollo humano no avanza en zigzag ni a saltos, sino que normalmente construye sobre lo anterior. La lucha por comprender y utilizar las nuevas tecnologías digitales exige muchas cosas nuevas, sí; pero presupone las antiguas. Y la más importante de ellas es la lectura.
read_e0.gif (13661 bytes) 

¿Qué hay en la lectura?

La lectura es una habilidad de un tipo muy desarrollado: de hecho es la suma de varias habilidades psicológicas que se adquieren y se ejercitan a edad temprana. Como ocurre con las facultades humanas que usamos desde siempre (la maravilla del lenguaje, de la percepción visual), es difícil darnos cuenta cabal de su complejidad.
La lectura comprende, en un principio, la capacidad de discernir una letra de otra: ¿qué tienen que ver las siguientes formas entre sí?
 Steven Killings, Optical Character Recognition

A a a A

Poco: y sin embargo todas son la a. ¡Qué entrenamiento visual y gráfico, qué finura de apreciación requiere identificar los signos a través de tipografías, tamaños y características diferentes!
A continuación, está la habilidad para leer bloques completos de letras: las palabras. Como los lectores de este texto son avezados en la tarea, no reparan (por fortuna) en la forma en que la están realizando. Los lectores avanzados no leemos letra a letra, sino que más bien reconocemos las formas típicas, globales, de cada palabra (lo que los expertos llaman "la forma de Bouma"), y las interpretamos en conjunto:
Este es el pasaje de las Confesiones donde se encuentra la descripción: Libro Sexto, capítulo III. (Está en inglés; lo siento pero no he localizado ninguna versión española por línea). Y no para ahí la cosa: somos capaces de descifrar no sólo la palabra en la que fijamos la vista, sino además las que se encuentran a sus costados:
eso hace que podamos leer
lec.gif (18951 bytes)
en que lo haríamos si leyéramos letra a letra.
Pues bien: los lectores que no llegan a este estadio de lectura por bloques no han alcanzado el pleno desarrollo de la habilidad. Leerán despacio y mal...
Más maravillas: las letras convocan sonidos en nuestra mente, pero los lectores avanzados leemos ensilencio. Esto es nuevo en la historia: no ha sido siempre así. Durante muchos siglos la lectura, incluso la lectura solitaria, fue siempre en voz audible. ¿Cómo lo sabemos? Un pasaje de las Confesiones de San Agustín (siglo IV después de JC) nos relata el asombro que sintió cuando sorprendió a San Ambrosio leyendo en soledad... ¡en completo silencio!
¿Qué tiene que ver la forma con la información?Las personas con escasas habilidades lectoras murmuran cuando leen. Otras no emiten ningún sonido, pero practican lo que se conoce como subvocalización: su glotis se mueve imperceptiblemente. Ni unas ni otras han interiorizado la conversion directa de texto en significado, y por lo tanto son lectores defectuosos y poco hábiles.

Dar forma a la información

Entrevista con Paul Saenger, autor of Space between Words: the Origins of Silent Reading (Palo Alto, Stanford University Press, 1997) Y ya es hora de que avancemos un paso más, y de camino nos acerquemos a lo que es el auténtico objetivo de estas páginas. En realidad, nuestra forma de leer actual rápida, silenciosa, eficiente fue surgiendo en paralelo al desarrollo de lo que hoy llamaríamos tecnologías editoriales. Los lectores de antiguos manuscritos leían en voz alta, entre otras cosas porque los textos estaban escritos sin separación de palabras:
intenteustedsihaceelfavorleerestaristradeletrassinpronunciarla

 Tantos adelantos para conseguir la comunicación tipográfica se ven vulnerados con frecuencia A medida que avanza la construcción del espacio gráfico y tipográfico en los libros, aumenta la finura de la información suministrada; a medida que los procedimientos de representación textual se refinan, los sistemas de lectura avanzan, mejoran y se automatizan. Es una dialéctica entre mejoras tecnológicas y habilidades psicológicas: en su desarrollo mutuo llegan a la evolución y eficiencia que conocemos en el libro y la lectura modernas... Ambas han crecido juntas.
Los desarrollos editoriales y tipográficos fueron preparando el terreno para lograr una extracción de información rápida y eficiente. Por una parte se crearon tipos de letra claros y legibles. Por otra, se desarrollaron diseños de página adecuados a las capacidades de lectura (líneas sin demasiados caracteres, blancos para dar descanso visual). Al tiempo, se crearon los primeros dispositivos de interactividad textualavant la lettre: márgenes amplios para acomodar los comentarios manuscritos del lector, páginas en blanco para sus adiciones y comentarios....
La producción de las obras reforzó estas características facilitadoras de la lectura: papeles de un color claro uniforme (pero no tan blancos como para que la luz reflejada hiriera los ojos); impresiones claras y nítidas, encuadernaciones que permiten el manejo cómodo de la obra...
Esto, por ejemplo, es una apostilla en cuerpo menorLos recursos tipográficos ayudaron desde muy pronto a que el lector comprendiera la jerarquía de los contenidos. La división en capítulos con sus títulos y apartados estructuró las obras. Las notas al pie, las apostillas y el cuerpo menor permitieron diferenciar al texto principal de los elementos laterales, o menos importantes. Las entradas de los capítulos, los cuadros sinópticos y los esquemas resumieron la información para una consulta rápida.

Con el hipertexto hay índice incluso sin paginación.
Y también índices analíticos.
 Mientras tanto, la paginación permitió crear índices de contenido, y su unión con la ordenación alfabética creo los índices analíticos. Todas las tecnologías de acceso interno a la información estaban dispuestas, y pervivieron con pocas modificaciones durante cinco siglos.
Los lectores avanzados, aliados con estos dispositivos refinados de apoyo a la lectura, buscaron, encontraron y compartieron información, y crearon durante mucho tiempo la cultura de nuestra sociedad.

Hasta aquí

Bien: llegados a este punto, el lector ya debería tener claras ciertas cosas, que pasamos a recapitular:
  • el manejo de la información en la sociedad actual exige capacidades desarrolladas de lectura
  • la lectura es una suma de habilidades complejas
  • la forma editorial de los libros ha contribuido al desarrollo de esas habilidades, y al tiempo las favorece
En la segunda parte iremos más allá: cómo la lectura permite no sólo la construcción del conocimiento, sino también su comunicación. Y para finalizar exploraremos la consecuencia natural de estas premisas:los colectivos que quieran afianzar su posición en la sociedad de la información deben favorecer la lectura. ¿De qué manera?

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