sábado, 29 de noviembre de 2014

ESPAÑA, ¿ POR QUÉ TE PASA LO QUE TE PASA?

por Carlos A. Trevisi

En artículos anteriores hemos hablado de las calidades de la ciudadanía -de la GENTE-; de los POLÍTICOS, en cuyas manos depositamos nuestros afanes y de la DEMOCRACIA, sistema que reconocemos como el único posible para un logro de superación personal y colectivo.

Mis casi 20 años de convivencia con los españoles me han permitido sacar conclusiones que estimo válidas porque no están atadas a ideología alguna y, entre otras cosas, porque abordan los "adentros" de la gente, de los políticos y de la democracia. Irán surgiendo así  las actitudes de unos y otros y las derivaciones que  proyectan en el ámbito de las instituciones.

¿Qué habré visto yo que no hayan visto otros?, se preguntará usted. Acaso sean las mismas cosas pero abordadas desde otro ángulo. 

Veamos un caso que viví apenas unos días después de haberme asentado en España. Un hombre mayor al volante de un Mercedes Benz se disponía a aparcar en un espacio dónde dificilmente pudiera caber. Para lograr su propósito embestía, repetidamente, al coche que tenía detrás. La gente miraba. Algunos se reían; otros lo miraban con desprecio, y no faltó quién le dijera que era un "viejo de mierda". De pronto apareció una mujer, la propietaria del coche sobre el que el viejo seguía arremetiendo. No tardó en escucharse:¿Por qué no te vuelves a tu puto pueblo y nos dejas vivir en paz? seguido de epítetos de grueso calibre.

Veamos ahora otras experiencia personales

Ambulatorio de Guadarrama. Sala de espera. Sillas adosadas que culminaban en un extremo con una mesa . Estaba esperando que me llamaran. Se acerca una mujer de unos 45 años. Pese a haber sillas libres se sienta sobre la mesa volante. Temeroso que pudiera caerse le advierto que se había sentado sobre la mesa. "Yo me sieNto donde quiero, para eso pago mis impuestos y si se rompe yo ya he pagado más dinero del que puede valer esta mesa".

AMPA del Colegio público. Había dinero en caja como para comprar ordenadores que tanta falta hacían. Como presidenter de la asociación de padres sugerí que se invirtiera en 5 ordenadores y una impresora. En la reunión había un sindicalista que manifestó su desacuerdo con invertir dinero en aquello que le correspondía comprar al estado. Amenazó con denunciar al AMPA por malversación de fondos.

Una joven mujer que solicitaba al AMPA se le ortorgaran  gratuitamente los libros de sus hijos tenía un telefono movil del que alardeaba hablando en plena calle. De esto hace 20 años. Hace apenas dos años la misma mujer contamplaba la marcha de los profesionales de la sanidad que luchaban contra la privatización y los recortes que se habían registrado desde que gobernaba el PP. Su gesto era el de alguien que está más allá de todo.Miraba con una sonrisa de pesar por lo que estaba sucediendo y agitaba su cabeza a derecha a izquierda horrorizada por lo que estaba presenciando. Es la mujer de un humilde del del Ayuntamiento.

La presidenta del PP de la ciudad de Madrid aparcó en doble fila para sacar dinero de un cajero próximo. La policía le pedió la documetación. No la levaba consigo. Se subió al coche y se dio a la fuga atropellando la  moticicleta  de uno de los agentes del orden.

Un paciente que se cansó de esperar se enfrentó a una médica reclamando por la demora a la que estaba siendo sometido. La médica le explicó las razones. El tipo levantó la coz al extremo que la médico le dijo que iba a llamar a la policí. El sujeto siguió gritando según se alejaba del lugar. Lo detuve en su marcha y le dije que ahora que habían llamado a la policía tenía que quedarse. Volvió a hablar con la médica con toda dulzura.

En una ocasión vino la policía local a casa para entregar un documento que, según él yo debía firmar. Le pregunté de qué se trataba y me dijo airadamente que me enteraría cuando hubiera firmado. Fui  sueve intentando herle ver que yo no podía firmar un recibí diciéndole: "Escúcheme hijo, yo..." Me interrumpió diciendo "Yo no soy su hijo". Me metí en casa en el acto dejándolo con el papel en la mano sin firmar.

Nos reuníamos en una tertulia que se llevaba a cabo semanalmente en un bar del pueblo. Ocupábamos una mesa que, dada la hora, estaba siempre libre. Un jueves no nos reunimos. Al jueves siguiente la camarera me levantó en peso porque no le había avisado. Algo así como si tuviera que explicar al jefe de la estación de metro de Moncloa que ese día no iba a viajar.

Un infeliz que anda por ahí "repartiendo" cultura como quien reparte alcachofas me envió un correo en el que me dijo que me iba a demandar porque yo lo había calumniado. El pobre no se había dado cuenta que cuando alguien es a la vez estúpido, ignorante, necio y pretencioso no cuenta más en mis alforjas. Estoy esperando que me cite el juez, porque de la demanda nunca más se supo y ya van dos años. Sigo esperando.

Conocí un tipo de prestigio en el ámbito local que metió la mano donde no debía. Lo denuncié por registro ante las autopridades locales dejando en claro que el susodicho había cometido un delito. El sujeto exigió a las autoridades municipales que me citaran para disculparme. Fui a la reunión pero lo único que consiguió fue que no le pidiera disculpas y lo pusiera a parir. De resultas al tipo lo cambiaron de lugar y siguió cobrando el sueldo que ostentaba (¿detentaba?). ¿Habrá sido porque es del Opus Dei? 
¿Les suena el hecho, no? Porque ahora todos meten la mano y cuando los descubren piden perdón. 

Ustedes tendrán casos por el estilo para comentar -si es que los recuerda- porque para poder vivir en paz hay dos caminos: o dejamos de interesarnos por los demás o nos olvidamos de todo lo que nos ha sacudido. Debo decir que ambas sendas está atiborradas de ciudadanos que ya han tirado la toalla.

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