lunes, 23 de abril de 2018

¿ASPIRAS A UN MASTER?

Carlos A. Trevisi.

Para hacer saber que se  tiene un master basta con incluirlo  en el curriculum; asistir cuatro días -acaso cinco- a un curso en los suburbios  de una gran capital donde  alguna universidad de prestigio -acaso de la UK- tiene montado un chiringuito que envía a la central los papeles donde se asientan los "aprobados y las notas" de los candidatos a obtenerlos. En la Universidad D. Juan Carlos hay contactos administrativos  que cumplimentan las normas que se deben seguir para falsificar notas,  firmas de profesores que acreditan  asistencias  de los aspirantes a los cursos o presencias en los exámenes como examinadores que ni siquiera se habían enteradado que habían estado, y qué no.

La Universidad donde se han tenido lugar tamañas mentiras es la Universidad D. Juan Carlos, de Madrid. El daño que ha provocado al prestigio del sistema universitario es incalculable. Alumnos, profesores responsables de intachables antecedentes han caído en el descrédito por  este bochornoso suceso.
La universidad  de referencia fue creada a iniciativa del Partido Popular -gobernaba Aznar por entonces- que ha trascendido en Europa como el partido politico más corrupto de la UE. El director del Master fue suspendido de sus mandatos a raíz del caso Cifuentes, la presidenta de la Comunidad de Madrid que quedó al descubierto cuando un gran periodista la denunció públicamente por  haber traicionado  principios básicos como la falsificación de las notas y de firmas de profesores que jamás habían intervenido en el master que se adjudico a la Cifuentes, nada menos que Presidenta de la comunidad de Madrid.

La gente sabe sobradamente que existe corrupción en política pero también que  hay instituciones que que no se pueden mansillar porque representan  el eje  de un futuro  que para ser honroso tiene que asentarse en la ética de conciencias comprometidas con la verdad, a la que debemos remitirnos para que sea venturoso.

La  Universidad D.Juan Carlos de Madrid ha sido el no va más de la impudicia. Lamento que los estudiantes que habiendo recibido un título de grado o un master esforzándose por su logro, dadas las actuales circunstancias,  padezcan una aventual desacreditación  por menoscabo de la instución que  los otorgó. No menos lamentable -acaso lo peor de todo- es que las firmas de acreditados profesores hayan sido falsificadas para avalar  tanta miseria. Los que hemos decidido asentarnos en España proviniendo de países que habían sido la gran promesa de Hispanoamérica recordamos  cuando, en la búsqueda de profesionales universitarios, más de un requerimiento agregaba un N.B. que rezaba "EGRESADOS DE LA UNIVERSIDAD TAL O CUAL ABSTENERSE".

Podría argumentarse que no sucede en todas las universidades españolas: y es cierto. 
Lo que no puede negarse es que la descomposición social es de tal magnitud que  ha llegado a corroer la educación y los altos valores que demanda  la gobernabilidad. Habiendo transcurrido un mes desde que se denunciara a   Cifuentes todo sigue igual: insiste en su inocencia, dice que no piensa renunciar,  acompaña a Rajoy (¿solo por protocolo? ¿Porque Rajoy le presta apoyo? ¿O Rajoy esconde algo?) sosteniendo una actitud de víctima damnificada participando en cuanta ceremonia política le compete por su cargo de Presidenta de la Comunidad,  como acaba de suceder recientemente cuando compartió con ella un acto donde participaban y Rey y la Reina. No creo que para el Rey acontecimientos de este calado sean muy venturosos,  sobre todo viendo la cara de la Reina que no mostraba empatía alguna hacia la Cifuentes, sentada a su vera.  Tampoco se  habrá  sentido políticamente feliz Leticia  de ver que su marido, el Rey, asistiera a un partido de fútbol -la final de la copa que lleva su nombre- llevando una corbata con los colores del equipo español -el Sevilla-, que se enfrentaba con el Barza, un equipo catalán.  Ha sido una una imprudencia  de su parte echar leña al fuego dada la situación  conflictiva que sostiene el país con Cataluña.
Mientras tanto hay una alternativa al PP: Ciudadanos, que ha tejido un mallado que aspira -y es de decirse que con alguna chance importante- a terminar con un PP decadente que ya tiene poco que decir.

Sic transit gloria PP (et Rajoy)

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