lunes, 29 de agosto de 2016

JÓVENES SIN MEMORIA NI FUTURO ¿SOLO EN ARGENTINA?

ARGENPRESS
Argentina: Jóvenes sin memoria ni futuro

LA ARENA

Decía Curzio Malaparte que un golpe de estado es "el recurso de poder cuando se corre el peligro de perder el poder". Como cuadra a tan notable periodista y dramaturgo, en pocas palabras pudo explicar y definir un hecho político tramado por las clases dominantes que, por tan repetido durante el curso del siglo XX, los argentinos podríamos dar cátedra como licenciados sino doctores en esa materia.

El tema es hoy oportuno porque este último lunes se cumplieron ochenta años de aquel funesto 6 de setiembre de 1930, cuando un general que se creyó iluminado, José Félix Uriburu, perpetrara el primer y exitoso ataque contra las instituciones republicanas.

Debe destacarse lo de fructífero porque, desde la organización nacional en 1853, abundaron aquí los hechos de armas que terminaron con las autoridades legales. Se recuerda que Bartolomé Mitre reprimió y abortó más de ciento treinta "revoluciones" pero, años después de completar su mandato, en noviembre de 1974, para evitar el ascenso a la presidencia de Nicolás Avellaneda, él también ensayó su golpe que fue aplastado en la batalla de La Verde. Sin contar los levantamientos de los caudillos provincianos, siguieron menudeando los intentos de golpe, desde el planeado por el gobernador bonaerense Carlos Tejedor hasta la Revolución del Parque de 1890 encabezada por Manuel J. Campos, quien poquitos años antes fundara nuestra cercana General Acha.

Ese último episodio armado fracasó en su propósito, pero provocó la caída del presidente Juárez Celman y, también, promovió el nacimiento de partidos políticos más modernos (el socialismo y el radicalismo) que dejaron atrás la vieja antinomia de Liberales y Autonomistas.

Volvamos al '30. Mas allá de los errores y debilidades que pudieran enrostrársele al presidente derrocado, el ya anciano Hipólito Irigoyen, el golpe setembrino fue funesto por la imposición de una dictadura retrógrada, asentada en una policía que inauguró la picana eléctrica como elemento de tortura y el arresto masivo de opositores, algunos de ellos confinados en la remota cárcel de Ushuaia.

También marcó el nacimiento de un período político que la historia define como la "década infame", con su "fraude patriótico" que ungió gobiernos de muy escasa o nula sensibilidad social. Y, como ominoso agregado, inauguró la serie de golpes de estado que por espacio de medio siglo, irrumpieron con un intervalo de una curiosidad matemática que se reducía cada vez en un año (trece años entre 1930 y 1943, doce entre 1943 y 1955, once entre 1955 y 1966, diez entre 1966 y 1976). La serie fue felizmente cortada en 1983, cuando un gobierno legal se animó a abandonar la rutina de la amnistía y decidió juzgar con la ley en mano, los crímenes de la última dictadura.

Setiembre de 1930 es una fecha de enorme relevancia y en el aspecto más negativo. Tendría que haber sido (pero no lo fue) una advertencia para impedir nuevas aventuras de ese tipo o, al menos, aislarlas no prestándoles el apoyo considerable que todas ellas han tenido de parte de sectores civiles.

Pero, lastimosamente, aquel primer zarpazo triufante ni siquiera ha penetrado en dosis deseable en el conocimiento general. El mismo y último lunes 6, el columnista se aventuró a una espontánea encuesta, abordando a dos docenas de jóvenes y no tan jóvenes. Cuando les preguntó de qué episodio político se cumplían 80 años, sólo encontró (salvo una solitaria excepción) un gesto de asombro. Al ampliarse el interrogante y mencionarles que se ese mismo día de 1930 se había producido un golpe de estado y hasta cuando se nombró al cabecilla, encontró la misma y total ignorancia.

El tecleador se preguntó y se sigue preguntando, ¿no existe un docente de nivel primario o secundario que hable al alumnado de la historia argentina? Y en tanto hogar, ¿el tema político está expresamente excluido? Si es así, vamos mal y nos recuerda que "pueblo sin memoria no tiene futuro".

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