sábado, 17 de mayo de 2014

LA EDUCACIÓN Y EL IMPERIO DE LA REALIDAD

La educación no puede con las circunstancias que imperan sino a largo plazo. ¿Mientras tanto qué?

La velocidad del cambio que vive el mundo me obliga a una reflexión que comienza a echar por tierra, sino con los principios a los que he adherido a lo largo de mi vida como educador, sí con la multiplicidad e inimaginable proyección que tendrá a corto plazo.
Los principios a los que aludo se refieren a la necesidad de transformar en actitudes el bagaje de potencias que nos caracterizan como seres humanos. Cualquier proceso educativo tiene que contemplar necesariamente que su desarrollo será determinante de la inserción de cada cual en el mundo cualesquiera sean sus capacidades intelectuales. La educación no apuesta por genios sino por gente abierta, sensata, con visión del mundo como para insertarse en él creando espacios participativos donde pueda instalarse.
Otra cosa es el rango operativo  que  impone la realidad. Nunca como hoy día la realidad nos obliga a meditar acerca del futuro y de las incertidumbres que conlleva a la vuelta de la esquina.
Por razones profesionales he frecuentado colegios que siguen la currícula inglesa –privados- y colegios públicos sostenidos por el estado español. Los primeros, atendidos por personal docente proveniente de distintos países–muy pocos de ellos graduados- transmiten, sin tener acaso conciencia de lo que hacen, pautas de vida enriquecidas por su derrotero por el mundo. Al contrario, nuestra escuela pública,  al margen de unos pocos que provienen de países de habla inglesa para satisfacer las necesidades del proyecto de las escuelas bilingües, se sostiene con personal docente nativo español. Los primeros usan contenidos al servicio de los cambios que imponen  las nuevas circunstancias de la globalización. Todo es imaginación, creatividad, descubrimiento. Eso es lo que transmiten.
Los segundos asientan sus reales en el “dictado” de contenidos –dirigidos por las grandes editoriales- que apuntan a la memorización.
Las razones de estas diferencias son profundas. Nuestra sociedad está atada a viejas costumbres –tradiciones, las llamamos- a las que somos incapaces de inyectar el dinamismo que impone el mundo
El resultado no puede ser otro que el que denuncia Pisa.
El problema enraíza en algo  más que en lo procedimental: Responde a una actitud de vida que nos pone a la espera de lo que los demás puedan hacer por nosotros. No salimos al encuentro del “otro”, no entendemos de puestas en común, nos relacionamos mal.  
Aunque nada más ajeno a mi voluntad, no puedo menos que referirme a las culpas que nos atañen. Seguimos soñando con lo que ya no existe ni va a volver  y carecemos del conocimiento y la voluntad de participar en un mundo nuevo que ya se ha puesto en marcha.
Lo que acabamos de leer nos empuja  a la política. ¿Es que ante ese panorama podemos no referirnos a los políticos?
Los políticos no reúnen las condiciones indispensables para solucionar el conflicto  que se ha creado en España. No siendo unos pocos de ellos, me atrevería a afirmar que, entre las presiones que padecen y su falta de capacidad para sacar adelante un proyecto político no-partidocrático, poco se les puede exigir.
Tampoco nos ayudan los medios de comunicación ya radiofónicos, escritos o televisivos; ni la Iglesia; ni las instituciones del estado; ni la familia; ni nuestra ignorancia en el manejo de otras lenguas que nos permitirían adentrarnos en circunstancias que desconocemos; ni nuestra pobre formación docente tanto en lo didáctico como en lo pedagógico…
Mis razones para la participación no son para adherir a las miserias que trae consigo este nuevo mundo. ¿Cómo podría?
Se trata simplemente de que nos instalemos en él inyectando nuestros saberes (que los hay y de los que deberíamos sentirnos orgullosos)  para rescatar a nuestros hijos de la imbecilidad en la que se pretende hacerlos caer (la misma en la que millones de personas ya han caído): el ensimismamiento, el éxito por el dinero, la despersonalización, la especulación, no saber ser ni estar en los demás, el egoísmo…

Notas

    El Gobierno británico planea una reforma de la primaria sin temarios cerrados

por PATRICIA TUBELLA - Londres - 30/03/2009

    Los colegiales británicos de primaria (de 7 a 11 años) deberán demostrar el dominio de las nuevas herramientas de comunicación, como los blogs, los podcasts,Wikipedia o Twitter, según el proyecto de reforma de la enseñanza primaria que ultima el gobierno de Gordon Brown para adecuarla a la era tecnológica. La inmersión de los alumnos en la blogosfera ha sido el aspecto más publicitado del plan, que se aprobará el próximo abril con la pretensión de aunar las temáticas tradicionales del aprendizaje con una mayor comprensión de los productos multimedia, erigidos en el signo de los tiempos.

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