martes, 2 de mayo de 2017

EL PAPA FRANCISCO EN LA ARGENTINA Y EN ROMA


EL COMPROMISO DE BERGOGLIO Y SU ACCIONAR EN ARGENTINA Y EN EL PAPADO

GUADARRAMA EN MARCHA
15 DE MARZO DE 2013.
por Carlos A. Trevisi

 

No habrá Papa que  solucione el mayor problema de la iglesia. Acaso podrá atenuarse, pero poco más. La Iglesia se ha constituido en un Estado -el Estado Vaticano- y los papas electos son la cúpula de una organización institucional que no solo no es democrática sino que ni pretende serlo en salvaguarda de su subsistencia.

La línea que  parte al Vaticano en dos es resultado de un conflicto no resuelto en 1500 años: haberse  apartado de sus mandatos evangélicos y no poder solucionar el problema de volver a ellos desde la institución rígida en la que se ha convertido.

Sus mandatos evangélicos la obligan a ser una comunidad fraterna y la organización en la que se ha constituido -Estado Vaticano- la obliga a moverse en el ámbito del poder político y económico. Como comunidad no tiene dependencia alguna y como institución está atada a las reglas de juego que imperan en un mundo en el que todo se negocia o se impone.  La fraternidad choca inevitablemente con el poder: en aquella somos pares que aceptamos  un solo poder que no nos conflictúa porque es el mensaje de Dios; la Institución no contempla el mensaje evangélico porque marcha por la senda de la especulación para poder sobrevivir. Así, el mensaje de la Iglesia ha perdido fuerza y la militancia  va disminuyendo  en busca de alternativas  menos conflictivas  que las que ofrece un clero viciado por mil males.


El Papa Francisco parece ser un hombre templado, ajeno al boato, sencillo y muy cercano a los jóvenes y a los pobres, algo que venía demostrando en la Argentina desde su cardenalato en Buenos Aires. Esto no obstante ya han aparecido comentarios de la connivencia que sostuvo con la dictadura   militar argentina. El periódico PÚBLICO  del día de la fecha -14 de marzo de 2013- (España) al día siguiente de haber sido elegido, publicó titulares tales como Un Pontífice bajo el estigma del régimen de Videla, El exbailarín de milongasBergoglio ocultó la complicidad del Episcopado argentino con la Junta Militar del dictador Videla.
Pérez Esquivel, sin embargo, acaba de sostener que "Bergoglio no tenía vínculo con la dictadura"Tamayo nos dice algo significativo en 'Francisco y la Iglesia de los pobres', y el mismo Francisco acaba de expresar su deseo de que los empresarios no viajen a su asunción porque no quiere comitivas especiales; que él va a ir a la Argentina. Eso sí, les pide que en vez de ir a Roma, "donen el dinero a una entidad de bien público”.

Se ha puesto en marcha el "aparato" de la información, y así seguirá siendo mientras sigamos esperando soluciones mágicas a un escándalo como el que vive el mundo.

Francisco pertenece a una institución que viene arrastrando por el fango los ideales evangélicos desde hace cientos de años. Pesará sobre sus hombros tamaña carga. Será un hombre de denuncias claras (ya comenzaron a "responderle")  pero no podrá operar en el ámbito de la realidad más allá de lo que las cosas lo autoricen; no tiene fuerza para hacerlo. Sus flaquezas, si las muestra, serán producto de la dualidad en la que el mandato asumido lo obliga a vivir. Avanzará sin duda sobre la hipocresía que anida en los políticos que nos tienen acostumbrados a mentir cambiando de rumbo según las circunstancias (Francisco tiene respaldo de la comunidad), pero no podrá gobernar bajo ese manto como lo han hecho algunos de sus antecesores inmediatos, Ratzinger, por ejemplo, que en un rapto de grandeza -rapto, he dicho- se dio cuenta de su fracaso y se retiró; o  un Juan Pablo II, un cura medieval que dio muestras de un poder que no era suyo sino del "sistema" al que adhirió incondicionalmente: algo que empezará a notarse  ahora, cuando la Iglesia , al pegar el viraje que es de esperar, se nutra de verdad para poder seguir adelante.

He sido militante de la Iglesia hasta que decidí militar en solitario llevando a Cristo conmigo. Un Cristo al que no creo Hijo de Dios pero me inspira actitudes comprometidas con la comunidad a la que sirvo. Espero que el nuevo Papa ayude a la humanidad sino en la fe de la catolicidad, por lo menos en la grandeza que debe inspirar un cristianismo humanista alejado de la hipocresía y  del miedo a la muerte, un cristianismo que abrace a todos los hombres.

 

NOTAS 

Repaso a los discursos de Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, sobre la pobreza, la prostitución o la violencia

 
***

Lo que vais a leer acaba de evocar una etapa de mi vida a la cual ya en varias ocasiones me he referido, aunque sin el toque emotivo que me acaba de asaltar.
He sido profesor el Colegio Militar de la Nación durante dos de las décadas más funestas que le han tocado vivir a la Argentina. Compartí en esos años mis cátedras con la Escuela de Comunicaciones del Ejército enseñando inglés técnico aplicado a equipos móviles y en el Comando General del Ejército, donde, también en inglés,  mis alumnos se especializaban en equipos fijos.
Si hablo de algo “funesto” es porque desperté muy tempranamente  a una lucha impía (de  la que fui testigo presencial con solo 12 años de edad) en la que se daban cita hechos tan espantosos como el bombardeo de la ciudad de Buenos Aires, y el enfrentamiento entre dos facciones del ejército (azules y colorados, durante la “mili”, siendo agente de la Policía Federal, en la Guardia de Infantería a los 19 años). No terminaron ahí mis vicisitudes: faltaban aún la dictadura de Videla –oligofrénico sin remedio, la de un loco enfermizo como Galtieri con su delirio de ir a la guerra contra el Reino Unido -la Guerra de Las Malvinas- y los desaparecidos que en total silencio se arrojaban al mar desde los aviones  de la Marina de Guerra con el vacuo razonamiento -que exculpaba a eventuales culpables- de que si eran desaparecidos no se sabía si estaban muertos o vivos.
Solo en dos ocasiones corrí riesgos: con el ataque de la aviación naval a Plaza de Mayo y con la lucha entre las dos facciones del ejército. El resto, lo que vino  a continuación, alteró mi vida al extremo de que me impulsó a una acción de enfrentamiento con el sistema, que ya empezaba a ser algo más que una simple revuelta entre militares atolondrados para responder a intereses extra nacionales.
Se preguntarán que tiene que ver esto con Bergoglio, el Papa Francisco.
La película que acaba de pasar el canal 5 de la televisión española (16/04/2017)nos cuenta la actitud que asumió el entonces P. Bergoglio. Nos mostró su afán por luchar contra los desposeídos, habitantes de villas miserias despojados de cuanto derecho puede asistir a un pobre desgraciado. Me recordó también a España que  tiene una de las tasas más altas de pobreza infantil de la UE y es el tercer país, por detrás de Rumanía y Grecia, tanto en pobreza relativa como "anclada", que alcanza a casi el 40 % de los niños,  y a los habitantes del asentamiento Facundo Quiroga, en Lomas de Zamora,  donde trabajé denodadamente para que pudieran sacar adelante a sus hijos y a sus padres ya ancianos. Publiqué entonces  “La escasez, causal de disolución sociad.
Estas experiencias vividas me distrajeron de lo que podía esperarse de un joven “hecho a la inglesa” para penetrar todas aquellas circunstancias que poco a poco consumían al país.
Ante todo descubrí que el boato que había animado mi existencia no tenía nada que ver con un mundo que comenzaba a cambiar muy aceleradamente dejando de lado a la gente para impulsar la riqueza y la especulación de los países más poderosos que, hacia la década del sesenta, daban por iniciada la globalización tal cual la conocemos hoy día. La Comisión Trilateral –prácticamente desconocida- fue el inicio de la globalización que vivimos hoy día. Mirando retrospectivamente vi con claridad que las ideas que impulsaba el peronismo tenían su razón de ser en el ámbito de las desigualdades sociales.  Vi también que el peronismo había caído en manos de un Perón que sesenta años después tendría una réplica perfecta en Maduro, actual presidente de Venezuela. Llegué entonces a la conclusión de que para luchar contra el sistema se necesita algo más que teoría; hay que ser un verdadero estadista; no basta con coartar libertades, ni salir a andar en motoneta con las chicas de la UES (Unión de Estudiantes Secundarios) como hacía Perón, ni incendiar el Jockey Club, ni quemar iglesias ni tener alcahuetes  en cada manzana para enterarse de quién sí y quién no.
Coincidí entonces con el proyecto de justicia social pero no pude adherir al peronismo, mucho menos cuando aparecen en escena la nueva mujer de Perón, Isabelita,  y un gran miserable, un cabo de policía embrujado por el lustre que le había dado Perón nombrándolo comisario: López Rega.
Tampoco pude adherir a la gesta “libertadora” que bombardeó la Plaza: me di cuenta que su gestión era apenas el comienzo de la quiebra de la Argentina como estado-nación.
La Iglesia cayó en desgracia. Sin embargo los ataques del peronismo, lejos de sumirla en la desolación, la fortalecieron. Conocí gente que nunca asistía a misa pero que de pronto hizo acto de presencia en los templos; en alguno casos primaba su anti peronismo: llegaron al extremo de ir armados. Había otra Iglesia que renegaba del peronismo pero fiel al evangelio seguía trabajando en pos de los pobres tal cual establecían los principios de un peronismo que había bregado por un país socialmente justo e igualitario.
Conocí un cura capuchino, párroco de una ciudad del Gran Buenos Aires, que convocaba multitudes dedicando sus misas a Eva Perón. Iba armado con una escopeta que llevaba en su coche. Terminó su andadura una noche que intentó quitarse la vida. Hubo otro, un buen amigo, brillante, viejo conocido, que se quitó la vida renegando de una Iglesia que había renunciado a sus principios; y muchos otros que abandonaron la orden para casarse sin renunciar al sacerdocio.

Según pasaba el tiempo me fui haciendo a la idea de que CONFERENCIA DE MEDELLÍN  cobraba mucha fuerza. Se multiplicaron los “curas del tercer mundo” que aspiraban a una Iglesia fraterna, ajena a la institución en la que había devenido. Nunca me crucé con Bergoglio cuando era un cura llano, ni después, cuando Mons. Quarracino lo nombró Obispo Auxiliar de Buenos Aires. Su ámbito de acción era otro: la ciudad de Buenos Aires y, entre otras cosas que atendía, un asentamiento cercano, la Villa del Retiro una villa miseria en el corazón de la ciudad.

 

Pasaron varios gobiernos antes de que en 1976 Videla se hiciera con la presidencia de la Argentina. Para entonces Bergoglio ya tenía camino recorrido se multiplicó su compromiso, la brutalidad del Proceso de Reorganización Nacional encabezado por Videla -como se denominó al más sangriento de los golpes de estado que había sufrido el país- en lo personal, me llevó a un cambio definitivo. Perdí amigos, familiares, y hasta más de un trabajo. Nunca ejercí ni aprobé ningún tipo de violencia pero el solo hecho de que montara una radio clandestina que en principio estaba orientada a la gente de un asentamiento de Lomas de Zamora, a escasos 6 o 7 Km. de la Capital Federal me cambió la vida. Para entonces ya era titular de  mis cátedras en el Colegio Militar. Esta circunstancia, la de tener simultáneamente  mis cátedras en el Colegio Militar y una radio clandestina en una villa miseria me dio la pauta precisa de que la gestión de los militares al frente del gobierno nacional era una chapuza. Llegué a poner en la sala de profesores una invitación a las reuniones que celebrábamos en SUR –una organización pro el retorno a la democracia donde disertaban desde políticos de derecha hasta Pérez Esquivel. Nunca tuve una llamada de los jefes militares para que explicara qué era eso de SUR. Las reuniones se celebraban con gran asistencia de público en la parroquia del Carmen de Lomas gracias a que nos facilitaba gratuitamente el salón de actos a sabiendas de los políticos que disertarían. Al poco tiempo de la venida de Pérez Equivel el párroco fue destituido por el Obispo Colinos* y enviado de vuelta a España, de donde provenía. Tras la disertación de Pérez Esquivel tuve la llamada de un coronel que participaba junto con otros tres o cuatro del Colegio Militar en contra de lo que se estaba haciendo en el país- para advertirme que se había grabado el discurso de Pérez Esquivel,  mi intervención y mi declaración pública en ese mismo acto de que trabajaba como profesor en el Colegio Militar; que me estaban investigando y que debía mantener un perfil bajo mientras él se ocupaba de todo. Unos días después vino la policía a buscarme a mi estudio en Lomas de Zamora y  me tuvieron casi una semana de un lado para otro formulándome preguntas acerca de mis actividades. En ningún momento hicieron referencia a los programas que emitíamos por la radio. Se asombraban, eso sí, de que yo fuera profesor del Colegio Militar, algo verdaderamente insólito –su asombro- porque era el ejército que me había enviado a los que me interrogaban.
La Guerra de Las Malvinas me recogió el corazón. Lo que en un principio entendí que la recuperación era un derecho que nos asistía se transformó en lo que finalmente me dio la pauta no solo de la incapacidad que mostraban las FF.AA. argentinas sino la procacidad con que se actuó enviando al frente a cadetes de cuarto año, aún no graduados, alumnos míos, sino a cientos de chicos del interior del país a la muerte y algunas otras cosas que leeréis a continuación.
A esta altura de los acontecimientos seguía sin conocer, ni de mentas, a Bergoglio. El único jerarca de la Iglesia con el que tenía contacto era con el Obispo Colinos que, entre paréntesis, ante la invasión de otras religiones a las que la gente adhería en busca de algún consuelo y ayuda me negó la presencia de un sacerdote para dar una misa los domingos en el  asentamiento Facundo Quiroga “poque  no era el momento”. No escatimó, sin embargo su bendición a las armas de los soldados que partieron para Malvinas, como no escatimó tampoco  el Gral. Menéndez, comandante de la invasión, el envío de un Ford Falcon para “pasearse” por las islas” , ni rendirse vestido de punta en blanco ante el Gral. Inglés, vestido de fajina, como correspondía a un combatiente que acompañó a su tropa a lo largo de la contienda.
Menéndez, un militar despreciable, no asumió la responsabilidad de la logística de las tropas argentinas. La madre de un cadete, herido de gravedad, no bien su hijo fue ingresado en el Hospital Militar, me llamó por teléfono porque el joven tenía que hacerme saber que había pasado en las islas y sus conclusiones respecto de la provisión de armamentos y de algunos profesores militares del Colegio Militar.
Desde que comenzó la contienda y hasta que fue herido su pelotón no recibió armamento alguno; me preguntó si el coronel Paladino seguía dando clase; ante mi afirmación, que presagiaba un comentario terrible, me dijo “Nada de lo que nos enseñó sirvió para nada”
Un día , cuando Videla ya no era presidente, fue al Colegio Militar a disertar sobre “Ética y mando” Yo no asistí porque no habría podido soportarlo. Cuando terminó , al salir todos los asistentes, un colega muy emocionado por las  palabras de Videla me espetó “Si no estás de acuerdo con lo que se hace en esta institución, tienes que abandonar tu puesto, tienes que renunciar”. Sería una grosería incluir mi respuesta; por eso no lo haré AUNQUE SÍ LE DIJE QUE EL COLEGIO MILITAR  DE LA NACIÓN ES “DE LA NACIÓN” Y NO “DE LOS MILITARES” Y, SIENDO MÁS MÍO QUE DE ELLOS, ME ASISTE EL DERECHO DE PENSAR Y DECIR LO QUE ENTIENDO ACERCA DE SU CONDUCCIÓN
El cura responsable de la capilla que tenía el Colegio un día decidió colgar un cuadro en el que aparecía Cristo VESTIDO CON UNIFORME DE CADETE. Y TODOS CONTENTOS. Los cadetes encantados, el cura emocionadísimo, la mayoría de los profesores callados y yo… desolado:  no podía creer que un sacerdote vistiera a Cristo de soldado.
Cuando decidí que yo no tenía nada más que hacer en el ejército publiqué “In Memoriam Ejército Argentino” y “Causales de la Marginalidad en la Argentina” (ya en marcha el expediente que me expulsaba de mis cátedras).
Seguí peleando desde la política. Visité a Arturo Frondizi, un verdadero estadista, durante tres años, todos los viernes en su casa particular, y aprendí entonces que la Argentina no tenía solución mientras no se le diera a la ciudadanía la posibilidad de poner  en marcha un proyecto de vida personal social y político que satisficiera las necesidades  de una puesta en común, de un ideario en el que el centro se interés se focalizara en el hombre como sujeto primordial del crecimiento.
NOTAS
* Obispo Colinos
Para entonces un sacerdote “amigo” me sugirió que renunciara al colegio donde trabajaba porque ahí no haría carrera. No pasó mucho tiempo hasta que Colinos me negó el acceso al diaconado  sin explicación alguna. Fue entonces que  desde el asentamiento Facundo Quiroga yo prestaba apoyo a la gestión de los “villeros” poniéndolos al tanto de los puntos débiles que ofrecía la gestión del obispo y su actitud ante una realidad que solo contemplaba la sumisión al poder militar y a una institución que hacía siglos venía postergando la fraternidad como razón de ser de su existencia. Se paseaba por Lomas de Zamora en coches último modelo –y no de los baratos- al mismo tiempo que renegaba de la ayudas espirituales que reclamaban los miles de desgraciados que sobrevivían en el lugar.
Me echaron 22 años después de haber ingresado. No hubo un solo profesor que me llamara ni  para decirme “que te vaya bien”.


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